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Actualizado: 17 de julio de 2025
En medio del océano, las bahías, la laguna y el cerro de la Popa, vegeta Cartagena, como un náufrago que vacila entre los abismos del mar y la soledad del desierto que limita un continente. ¡Qué de recuerdos allí! ¡qué sublime pobreza! ¡gloriosa mendicidad de una reina caida que se hace respetar por lo que fué, y admirar por la majestad de su dolor!
En Cartagena amigos ayudaron A Zarate á salir de su laceria: Qué muchos de su mal se constritaron, Por verle haber venido á tal miseria: Que para asar, cocer, freir, decia, Que en mucha cantidad barras tenia. Con este desastrado desbarate, Y desdichado fin y mal suceso, A Castilla se viene el de Zarate, Sin sacar de su plata un solo peso.
El 6 de febrero era el último de mi viaje á bordo del vapor Bogotá, el cual debia seguir su ruta hasta Barranquilla, puerto distante cinco ó seis leguas de la bahía de Sabanilla, y que recibe algo del movimiento comercial de Santa-Marta; miéntras que yo debia separarme en Calamar y seguir en direccion á Cartagena, por camino de tierra, ó por el canal semi-artificial llamado el Dique.
En la madrugada habíamos salido de Orán, y á mediodía, estando á la altura de Cartagena, vimos en el horizonte una nubecilla negra, y al poco rato un vapor que todos conocimos. Era el cañonero de Alicante. Soplaba buen viento. Íbamos en popa con toda la gran vela de frente y el foque tendido. Pero con estas invenciones de los hombres, la vela ya no es nada, y el buen marinero aun vale menos.
La capilla de que hablamos se llama tambien de los Obispos por estar sepultados en ella el mencionado D. Diego Simancas, y su hermano D. Juan, obispo de Cartagena en Indias .
Pronto estuvimos en Salgar, y a poco a bordo, llegando precisamente en el momento en que desembarcaba un nuevo obispo para Cartagena.
Gastáronse además á este intento, ocho docenas de pastillas finas de olor, almizcle estoraque y benjui contenidas, en pomos de vidrio, algunos de ellos de los celebrados de Venecia. Hay entre todas las partidas de la «Quenta» algunas que se refieren á cierta piedra que vino de Cartagena, y cuya aplicación no acierto á comprender.
Allí echaron pie á tierra ciento i cincuenta personas, las cuales pidieron el bautismo, i recibido tomaron el camino de Castilla la Vieja. De Cartagena pasaron á Málaga los bajeles, i con pretesto de pedir bastimentos para proseguir su camino, desembarcaron 400 familias mas para cristianarse, i las demás navegaron luego á Fez.
Los libros que llenaban el camarote del capitán le hacían recordar sus angustias al examinarse en Cartagena para adquirir el título de piloto. Los graves señores del tribunal le habían visto palidecer y balbucear como un niño ante los logaritmos y las fórmulas trigonométricas.
Hay dos ingeniosas escritas por Alonso de Cartagena, la una entre el Amor y un Enamorado, y la otra entre los Ojos y el Corazón . La de Puerto Carrero ofrece ya más personajes, y la del Comendador Escriva, por último, en que aparece el Autor, su Amada, el Amor, la Esperanza y el Corazón hablando entre sí, merece ya el nombre de pequeño drama alegórico . Estas composiciones no pueden atribuirse con certeza á la época de Enrique IV, puesto que el autor del Cancionero las ha compilado también de los decenios siguientes, y del tiempo de Juan II, y sólo hace alguna que otra indicación aislada acerca del período en que se escribieron.
Palabra del Dia
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