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Le cantó a la Virgen, y luego, poseído de santo entusiasmo, prorrumpió en requiebros. ¡Olé la Macarena bonita! ¡La quería más que a su novia! Para expresar mejor su fe, quiso arrojar a sus pies lo que llevaba en la mano, creyendo que era el sombrero, y un vaso fue a estrellarse en la hermosa faz de la gran señora.

Terminó el sermón, y siguióse luego, y terminó también aquel canto suavísimo, patético grito del pecador arrepentido: ¡Perdón, oh Dios mío!

En el cuarto de la señá Casiana, una vecina se aventuró á decirle: «D. Francisco, á nosotras no nos la da usted.... A usted le pasa algo. ¿Que demonios tiene en esa cabeza ó en ese corazón de cal y canto

Reprobaba mucho el juego interesado, bailaba con los hombres con sumo entusiasmo, era en extremo sobrio, extravagante en su vestido y sus movimientos, y en sus buenos ratos leía los salmos con unción y aprobaba mucho diversiones tales como el baile y el canto.

La Biblioteca de la universidad se compone de 200,000 volúmenes: hay otras varias, así como academias, liceos, catedras, establecimientos literarios. La sociedad de canto de Munich se compone de nuevecientos miembros: se dan magníficos conciertos en el Odeon: cuéntanse muchos casinos.

El tema de su canto, divagación amorosa tomada de los obreros negros, tenía un no qué conmovedor y una expresión íntima que la penetraba de un sentimiento indefinible.

Entre los jazmines reales, que abrazándose a una columna ostentaban sus mil florecillas llenas del perfume más grato a los enamorados; entre los naranjos de la China, graciosas miniaturas del naranjo común; entre los rosales de la tierra y esos claveles indígenas, cuya imperial hermosura no ha logrado eclipsar ninguna de las elegantes flores modernas; entre los tiestos de reseda, de mejorana, de albahaca y de sándalo, saltaban los chorros de una fuente habladora, con cuyo monólogo se concertaba el canto de algunos pájaros prisioneros en doradas jaulas.

Por esto se dijo: No hay amigo para amigo: las cañas se vuelven lanzas; y el otro que cantó: De amigo a amigo la chinche, etc.

Todavía hay en Palmira algunos gentiles que coronan de flores los sepulcros, y que, en aquel día, que es la fiesta de Adonis, cantan el himno de la muerte y de la resurrección, himno que Apeles ha cantado mil veces y que su nieto cantó poco antes de morir: «Así lo quiere el eterno Zeus: debes descender bajo la tierra florida, y besar á la sombría Perséfone ¡oh hermoso Adonis!

Recogí las llaves de este zaquizamí, e vedme aquí sola e sin mancilla, que las fembras de pro no temen trasgos ni fantasmas. Ya que por vuestro mandato he de parlar canto llano, vos diré, señora, que esta merced que de vos recibo la acojo con más gratitud de vuestra pudicicia, cuanto hasta ahora no vos merecí que crueldades y sofrenadas.