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Actualizado: 4 de junio de 2025
La música de los campanilleros era extraña y de un singular carácter, pero no dejaban de ser menos curiosas las letras de sus coplas, entre las cuales las había del tenor siguiente: El demonio como es tan travieso agarró una piedra y rompió un farol, y salieron los padres Franciscos y lo apedrearon en el callejón.
Del callejón se salía al portal de la Antigua; hendidura estrecha y lóbrega de la muralla que bajaba por una rampa en zig-zag al camino real. La casa de Arcale era un caserón de piedra hasta el primer piso, y lo demás de ladrillo, que dejaba ver sus vigas cruzadas y ennegrecidas por la humedad.
Luciana nos hace ver maravillosamente dijo con galantería Lacante una ley fatal de nuestra pobre humanidad, que la conduce a concebir la existencia de Dios como un dogma necesario, mientras es incapaz de establecer racionalmente ese dogma. Este callejón sin salida añadió riéndose es el gran infortunio de los filósofos.
Si algún orgullo hay, pues, disculpable, es el que se funda en la aristocracia del talento, y más disculpable ciertamente donde es a toda luz más fácil nacer hermosa, de noble cuna, o adquirir riqueza, que lucir el talento que nace entre abrojos, cuando nace, que sólo acarrea sinsabores, y que se encuentra aisladamente encerrado en la cabeza de su dueño como en callejón sin salida.
¡Qué rey! ¡qué rey! dijo el bufón. Paréceme será bien que callemos hasta que nos veamos en seguro. Decís bien... nunca palacio ha sido tan orejas todo como ahora. Pero ya llegamos. Acababan de subir las escaleras, y el tío Manolillo había tomado por un callejón estrecho. Detúvose á cierta distancia del desemboque de las escaleras, y sonó una llave en una cerradura.
Y reducida la ciencia cristiana a la explicación de los hechos y de las cosas del mundo, por los textos sagrados y por la voluntad de Dios, ningún progreso era posible a menos de ocurrir un cambio, y ningún cambio era posible a menos de salir de ese callejón espiritual.
Algo tranquilizó á Clara el verse libre de aquel malvado; pero al pensar que no había podido adquirir noticia alguna de lo que buscaba; al verse en aquel callejón estrecho y obscuro, donde no aparecían indicios de vivienda humana; al considerar que por un extremo podía aparecer un hombre y por el otro extremo otro, avanzando hacia el centro y cogiéndola entre los dos, fué tal su pavor, que estuvo á punto de caer al suelo sin sentido.
Y de la desembocadura de un callejón sin adoquinar salió una pedrada certera, que dejó trémulo al monigote del centro, llevándosele medio tupé. Aplausos y carcajadas, y a los pocos minutos servían de blanco todos los bebés de la orquesta. Había que comenzar en, seguida.
Los violines, mal afinados, gruñían como cochinillos hambrientos, oíase algún quejido gangoso de clarinete y rasgaban el aire alegres carcajadas infantiles. Don Juan, de pie en el callejón central de las butacas, tenía fija la mirada en el palco.
Vivían en un cuarto piso de la vía Pasarella, estrecha, sombría y de altas paredes, como las calles de la vieja Alcira; un callejón habitado por editores de música, agencias teatrales y artistas retirados.
Palabra del Dia
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