Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 1 de julio de 2025
Otro peligro tiene esa pesca, y es que en vez de la ballena, puede encontrarse uno con su mortal enemigo, el terror de los mares, el cachalote. No es enorme éste, pues sólo mide de sesenta á ochenta pies; su cabeza tiene de veinte á veinticinco, una tercera parte de la dimensión total. En tal caso, ¡ay del pescador! El es el que á su vez se convierte en pescado, siendo presa del monstruo.
Pues ahora también me gusta. Ya, saturado de sabor local, he comenzado a ir a la tertulia de Zapiain, el relojero y corredor de comercio, el antiguo dueño del Cachalote. La relojería es una academia enciclopédica, un gimnasio ateniense. Allí se ha discutido de todo lo divino y humano, y, entre lo no divino, una de las cuestiones más debatidas ha sido la formación de Lúzaro.
Zelayeta dijo que quizá fuera mejor dejar la expedición para otro día, porque el cielo estaba obscuro y la mar algo picada; pero Recalde afirmó que aclararía. Ya decididos, compramos queso, pan y una botella de vino en el Guezurrechape del muelle; bajamos al rincón de Cay erdi donde guardaba sus lanchas Shacu; desatamos el Cachalote y nos lanzamos al mar.
Con el Cachalote no andábamos mas que por el puerto y por la ría; no nos atrevíamos a cruzar la barra en una lancha tan ligera, porque una ola un poco más fuerte podía tumbarla. Si el puerto no tenía nada que ver, en cambio la ría era muy bonita. Una de las orillas la formaba un arenal fangoso, en donde estaba el astillero de Shempelar.
Nuestra aventura fué muy sonada en Lúzaro; todo el mundo se enteró, y hubo que pagar el Cachalote a Zapiain, el relojero y corredor de comercio. Para nosotros no era cosa de avergonzarnos; los chicos nos admiraban. Yo conté de mil maneras distintas las impresiones que se experimentaban en la cueva del Izarra y demostré que en ella no había nada maravilloso, sino restos del paso de contrabandistas.
Únicamente alguna vez nos recomendó, en tono de malhumor, que no volviéramos a coger el Cachalote. Al domingo siguiente se lo volvíamos a robar. Un día nos decidimos a pasar la barra, y desde entonces perdimos el miedo y entrábamos y salíamos del puerto con el Cachalote, aunque hubiera mucho oleaje.
Otros dos seres, ciegos y feroces, ensáñanse con el fruto de sus entrañas, haciendo una guerra cobarde á las hembras preñadas; hablamos del cachalote y del hombre. El hombre la hace sufrir más tiempo, pues la sangra, y golpe tras golpe hiérela bárbaramente. Dura en la muerte, en su dilatada agonía la pobre tiembla, hace desesperados esfuerzos y se queja lastimeramente.
Recalde persistió en sus tentativas, y llegó a impedir que siguiera inundándose el bote. Estábamos a unos doscientos metros de la gruta de Izarra. Habrá que ir directamente a la cueva dije yo. ¡A la cueva! ¿Para qué? preguntó Recalde, sobresaltado. No habrá más remedio. Si no se nos va a abrir el Cachalote antes de llegar a la punta del Faro. Sí, es verdad; vamos.
Palabra del Dia
Otros Mirando