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Actualizado: 10 de junio de 2025


Por fortuna, no dió a su obra todas las proporciones que al principio había pensado; pero no faltará algún naturalista fervoroso que copie al pie de la letra la Biblia, o la Suma de Santo Tomás, o el Código penal, si a algún personaje de la novela se le ocurre leer cualquiera de estas cosas.

Leía Derecho civil, leía un Código de comercio que tenía por apéndice un tratado de teneduría de libros; consultaba con Cernuda el joven, elocuente abogado y... nada más. El tío se preparaba sin duda. Esperaba una acometida. ¡Oh! ¡Bien sabía Bonis que Nepo tendría armas con que defenderse!

De aquí también que la sangre que mancha la conciencia lave el honor hasta dejarlo limpio, y sean llamados a resolver casos de honra hombres que jamás conocieron la vergüenza: Eacos, Minos y Radamante, vacíos de mollera o cargados de picardías, que sólo por deficiencias del Código no llevan otra cadena que la que les sujeta el reloj en el chaleco.

Madrid quedaba atrás asentada sobre sus colinas desnudas, y la diligencia rodaba por la márgen derecha del Manzanares, riachuelo que se ha hecho célebre en 1859 por un escandaloso proceso ministerial, que solo ha servido para hacer comprender á los Españoles que el código penal no alcanza en su país hasta las regiones del poder, sea presente ó pretérito.

Pero en aquellos antiguos tiempos el mar se alborotaba, se henchía y se rizaba, según su capricho, ó estaba sujeto solamente á los vientos tempestuosos, sin que apenas se hubiera intentado establecer código alguno que regulase las acciones de los que lo surcaban.

Y si a Cristóbal de Castro, autor de Rusia por dentro, le han nombrado gobernador de Ávila, ha sido cuando ya no le cabía a nadie la menor duda de que ni Cristóbal de Castro había llegado nunca a Rusia ni sabía una palabra de ruso. Ignoro en qué artículo de nuestro Código penal se condena la ciudadanía rusa, y por eso no le doy el número al Sr. Weissbein.

La tribu árabe que vaga por las soledades asiáticas vive reunida bajo el mando de un anciano de la tribu o un jefe guerrero; la sociedad existe, aunque no esté fija en un punto determinado de la tierra; las creencias religiosas, las tradiciones inmemoriales, la invariabilidad de las costumbres, el respeto a los ancianos, forman reunidos un código de leyes, de usos y prácticas de gobierno, que mantienen la moral, tal como la comprenden, el orden y la asociación de tribu.

Todo lo zanjaba de golpe y porrazo; para él no había dificultades. Tan pronto me proponía facilitarme medios para marcharme con Gloria al extranjero, como hacer prender a don Oscar por conspirador carlista o pagar a unos gañanes para que le rompiesen la cabeza, etc. Sus proyectos eran siempre expeditivos y penables por el Código.

De todos modos, me anima la esperanza de que este relato ligero tal vez resulte más entretenido para el lector que muchas novelas de moda reciente, en las que se emplean trescientas páginas sólo para preparar el encuentro á puerta cerrada de dos personas de distinto sexo, llegando así á la escena «culminante» de la obra, que es simplemente una escena de «libro verde», escrita con las precauciones necesarias para bordear el Código y que el volumen pueda exponerse sin peligro en los escaparates de las librerías.

Tal vez se observarian con ellos aquellos mismos principios de equidad natural ya consignados en el sabio Código de las Partidas, y á la sazon aun no observados como legislacion general del reino.

Palabra del Dia

lanterna

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