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Actualizado: 20 de junio de 2025


Ya iba a abandonar la partida, cuando el título de un librito me hizo prorrumpir en un grito de alegría. Eran las biografías de los reyes de Francia hasta Enrique IV inclusive. Tenía adjunto un grabado bastante bueno, representando a Francisco I, vestido con el espléndido traje de los Valois. Lo examiné con asombro. ¿Y es posible me dije, que haya hombres tan lindos como éste?

En aquellas hojas encontraba grabados de ilustraciones reproduciendo los retratos de la artista, biografías y artículos de crítica relatando los triunfos de la célebre diva Leonora Brunna que éste era el nombre de guerra de la hija del doctor Moreno, retazos y más retazos de papel impreso en castellano puro y americanizado; columnas de letra apretada y clara de los periódicos ingleses, párrafos sobre el papel basto y sutil de la prensa francesa e italiana; compactas masas de caracteres góticos que turbaban los ojos de Rafael, e ininteligibles garabatos rusos que parecían caprichos de una mano infantil.

En una maleta, los periódicos ilustrados con sus biografías, los libros que había escrito y los retratos que debía regalar con dedicatorias; en otra, los artículos de la misa, guardados en estuches con forros de terciopelo, bien cuidados, desmontables y limpios, como útiles profesionales. Una cabeza avanzó junto a la de Maltrana, pegándose al vidrio, al mismo tiempo que un codo tocaba el suyo.

Los retratos y biografías de Antón de Montoro, de los Manriques, de Alvarez Gato, de Pedro Guillén de Segovia, de Sánchez de Badajoz, de Diego de San Pedro y de otros trovadores, están hechos de mano maestra, y aún es más hermosa y tiene mayores atractivos la brillante pintura que hace el Sr.

Según la primera de entrambas biografías, Vélez nació en Ecija por enero de 1570, estudió Leyes en la Universidad de Sevilla y vino a ejercer su profesión a la Corte, en donde muy luego ganó estimación y fama por su sagacidad, gracejo y elocuencia.

Aquellos tiempos fueron terribles; la miseria le expulsaba de todas partes; para poder comer, unas veces daba lecciones de griego y de latín, otras escribía biografías en La Europa Artista, ó pasaba las tardes pescando á orillas del Sena...

De esta clase de biografías de personas que pudieron ser importantes, estaban las fuentes en libros como aquellos que había en el cajón inferior del estante del Casino. Más ejemplares habría por el mundo, pero no se sabía de ellos, y Bedoya era de esa clase de eruditos que encuentran el mérito en copiar lo que nadie ha querido leer.

Con hombres como usted guarda la administración ciertos trámites de confianza. No los guardaría ciertamente con muchos de sus colegas de usted. ¡Aquí hay que tener más ojos que los de Argos! ¡Hombre, usted exagera! ¿Quiere usted que le trace algunas biografías? Le aseguro a usted que serán deliciosas.

Con estas interesantes biografías y los comentarios subsiguientes, entretuvimos el camino, sinuoso y endemoniado, dejando por nuestra derecha la cuenca del río que distaba ya muy poco de sus fuentes.

Palabra del Dia

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