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Actualizado: 27 de octubre de 2025


Y sinembargo, la lengua francesa le ha sido impuesta á todo el país como lengua oficial, obligatoria y exclusiva en los asuntos nacionales, y aun en muchos de carácter municipal. Se comprende muy bien que esto haya contribuido mucho á enardecer la lucha de principios y tendencias que divide á los dos grandes partidos belgas.

Pero estos hijos eran agresores y hacían el mal voluntariamente. A él sólo le inspiraban interés las otras madres que vivían tranquilamente en las risueñas poblaciones belgas y de pronto habían visto fusilados sus hijos, atropelladas sus hijas, ardiendo sus viviendas. Doña Elena lloró más fuerte, como si esta descripción de horrores significase un nuevo insulto para ella. ¡Todo mentira!

Describía minuciosamente la primera bandera tomada al enemigo, como si fuese un traje de elegancia inédita. Ella la había visto en una ventana del Ministerio de la Guerra. Se enternecía al repetir los relatos de unos fugitivos belgas llegados á su hospital. Eran los únicos enfermos que había podido asistir hasta entonces.

A él, á Marcelo Desnoyers, le podía ocurrir lo mismo que á los infelices belgas si los bárbaros invadían su país. Tenía una casa en la ciudad, un castillo en el campo, una familia. Por una asociación de ideas, las mujeres víctimas de la soldadesca le hacían pensar en su Chichí y en la buena doña Luisa.

Un día, don Marcelo pudo apreciar sin salir de París los horrores de la guerra. Tres mil fugitivos belgas estaban alojados provisionalmente en un circo, antes de ser distribuídos en provincias. Desnoyers entró en este local, que meses antes había visitado con su familia. Aún estaban en el vestíbulo los anuncios de los regocijados espectáculos que había presenciado.

Como las costas arenosas de Bélgica no pueden abrigar á esos moluscos, los pescadores belgas van á buscarlos á las costas de Inglaterra para aclimatarlos en ostreras artificiales de donde salen al consumo. El tren del ferrocarril se detiene en un gracioso arrabal hácia al sud-oeste de la ciudad, arrabal compuesto de hoteles, quintas y jardines laboriosamente conservados.

Y allí, en la casita de los arrabales de Bruselas, Bolívar, en 1830, cuando un pueblo golpeaba a su puerta, pidiéndole que se pusiera al frente de la insurrección contra un opresor tan odiado como el español... ¿habría contestado a los belgas con la seca lógica de San Martín?

Todos esos monumentos hacen mucho honor á los Belgas: un pueblo que sabe mantener el culto de los grandes recuerdos patrióticos no será esclavo jamas. Para completar la visita de Brusélas, dirigíos hácia el Jardin Botánico, y luego, á las cinco de la tarde, al Zoológico. Ambos deben su existencia a la iniciativa individual, si bien el primero es particularmente protegido por el Estado.

Palabra del Dia

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