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Actualizado: 22 de junio de 2025


Era todavía la buena época de Cádiz. Constantemente estaban cargando y descargando carros en la calle de la Aduana, llena de almacenes y de escritorios, y constantemente los carretones entraban y salían del almacén de don Matías. El almacén era inmenso, con bóvedas en donde se apilaban sacos, barricas, toneles y cajas.

Generalmente, Martín y Capistun se entendían con el de Bayona, pero algunas veces tuvieron que relacionarse con el de Pau. Muchas veces habían dejado en manos de jóvenes carlistas, disfrazados de boyerizos, barricas llenas de armas. Los carlistas montaban las barricas en un carro y se internaban en España.

Allí tomó algunas barricas de vino, y al dia siguiente continuó su viage hasta el 22 de Abril, en que se verificó su arribo al puerto de Egmont, donde el teniente Guillermo Clayton, comandante del navío Pinguin, y de aquella plaza, recibió las órdenes del almirantazgo, para poner á bordo del Endeavour las municiones que pudiesen servir, y para que él y su tripulacion se embarcasen tambien para Inglaterra.

Luego supimos que el cocinero había llenado cuatro barricas a medias de agua y de ron, y habían bebido todos los marineros y chinos hasta quedar borrachos. En vista de que nadie nos espiaba, creímos que se podía hacer un intento de buscar agua, y se lo dijimos al teniente. Vaciamos en la cubierta una damajuana llena de brandy, que sacamos de nuestra cámara, y decidimos traerla con agua.

Pañales pobres se secaban en las cancillas de las puertas; la cuna del recién nacido, colocada en el umbral, se exhibía tan sin reparo como las enaguas de la madre.... Y no obstante, el barrio no era triste; lejos de eso, los árboles vecinos, el campo y mar colindantes, lo hacían por todo extremo saludable; el paso de los coches lo alborotaba; los chiquillos, piando como gorriones, le prestaban por momentos singular animación; apenas había casa sin jaula de codorniz o jilguero, sin alelíes o albahaca en el antepecho de las ventanas; y no bien lucía el sol, las barricas de sardinas arenques, arrimadas a la pared y descubiertas, brillaban como gigantesca rueda de plata.

Palabra del Dia

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