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Actualizado: 13 de mayo de 2025
Siguiendo al perro 4 de los nuestros, hallaron dos indios muertos á balazos, segun las heridas de las cabezas, y con visos hacía poco los habian muerto: de que inferimos que habrian estado allí algunos indios á la recogida de la fruta, de que hacen chicha, y que por alguna altercacion los habrian muerto.
Vió el joven los cuerpos de dos mastines muertos sin duda recientemente, pues tenían sus cabezas destrozadas sobre un charco de sangre. Siguió avanzando, y á pocos pasos de la casa encontró á un hombre tendido en mitad del camino. También estaba muerto. Era un peón de Rojas, un mestizo al que creía haber visto algunas veces, á pesar de que su rostro estaba ahora destrozado á balazos.
Vencidos de la espesa flechería, Y de los fuertes tiros y balazos, Huyen los ingleses que quedaron, Que ciento y diez los nuestros les mataron.
Un momento después estaba el campo de Navarro lleno de cadáveres, y al día siguiente un bizarro oficial, que hoy está al servicio de Chile, entregaba en el Cuartel general a Dorrego prisionero. Una hora más tarde, el cadáver de Dorrego yacía traspasado de balazos.
Mas apénas había andado dos leguas, quando héteme otros quatro héroes de dos varas y tercia, que me lo agarran, me le atan, y me le llevan á un calabozo, Preguntáronle luego jurídicamente si queria mas pasar treinta y seis veces por baquetas de todo el regimiento, ó recibir una vez sola doce balazos en la mollera.
Algunos instantes después se veía salir de las profundidades del Paraná el caballo sin freno, a fin de que nadase con más libertad, y el cantor tomado de la cola volviendo la cara quietamente, cual si fuera en un bote de ocho remos, hacia la escena que dejaba en la barranca. Algunos balazos de la partida no estorbaron que llegase sano y salvo al primer islote que sus ojos divisaron.
Ningún Galiano se rinde, y tampoco un Butrón debe hacerlo». Lástima es dije yo , que estos hombres no hayan tenido un jefe digno de su valor, ya que no se les encargó del mando de la escuadra. Sí que es lástima, y verá usted lo que pasó. Empezó la refriega, que ya sabrá usted fue cosa buena, si estuvo a bordo del Trinidad. Tres navíos nos acribillaron a balazos por babor y estribor.
A la entrada del lugar, algunas tapias medio derruidas y varias fachadas conservaban señales de balazos: en un cerro cercano se divisaba tierra removida, piedras hacinadas como para formar parapeto, restos de una cureña rota, varios radios de una rueda quemada en una hoguera, cuyas cenizas aún no había esparcido el viento, y un par de sacos, acaso olvidados en la fuga.
El Gobierno de Buenos Aires dió un aparato solemne a la ejecución de los asesinos de Juan Facundo Quiroga; la galera ensangrentada y acribillada de balazos estuvo largo tiempo expuesta a examen del pueblo, y el retrato de Quiroga, como la vista del patíbulo y de los ajusticiados, fueron litografiados y distribuídos por millares, como también extractos del proceso, que se dió a luz en un volumen en folio.
En los primeros meses del sitio, Rodil expulsó de la plaza 2.389 personas. El gobierno de Lima resolvió no admitir más expulsados, y vióse el feroz espectáculo de infelices mujeres que no podían pasar al campamento de Miranaves ni volver a la plaza, porque de ambas partes se las rechazaba a balazos.
Palabra del Dia
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