Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 19 de julio de 2025
El secretario del rajá los llevó adonde el elefante manso estaba, comiéndose su ración de treinta y nueve tortas de arroz y quince de maíz, en una fuente de plata con el pie de ébano; y cada ciego se echó, cuando el secretario dijo «¡ahora!», encima del elefante, que era de los pequeños y regordetes: uno se le abrazó por una pata: el otro se le prendió a la trompa, y subía en el aire y bajaba, sin quererla soltar: el otro le sujetaba la cola: otro tenía agarrada un asa de la fuente del arroz y el maíz. «Ya sé» decía el de la pata: «el elefante es alto y redondo, como una torre que se mueve.» «¡No es verdad!», decía el de la trompa: «el elefante es largo, y acaba en pico, como un embudo de carne.» «¡Falso y muy falso!», decía el de la cola: «el elefante es como un badajo de campana» «Todos se equivocan, todos; el elefante es de figura de anillo, y no se mueve», decía el del asa de la fuente.
Adornando el puente de su galera llevaba tres esmeraldas enormes, valuadas en más de cien mil ducados: una tallada en forma de flor, otra en forma de pájaro y otra de campanilla, a la que servía de badajo una perla gruesa. Con él iban servidores que habían estado en tan lejanas tierras, adoptando sus extraños usos.
La noche había extendido su negro manto antes que la campana con su gran badajo de madera, la misma que servía para despertar a los monjes a las dos de la mañana, hora en que se levantan a orar, resonase a lo largo del claustro, como recordándome que debía retirarme de aquella silenciosa morada, donde era un extraño.
De pronto, como un rayo cae de las nubes, como el tañido arranca del golpe que el badajo da en una campana, se oye un estruendo agudo, agudísimo, formidable; un estruendo que viene á caer encima de nosotros, que parece aplastarnos.
Estos gemidos se repiten en el cielo, en el mar, en los aires, Como si las estrellas llorasen por sus compañeras y los vientos por sus hijos. Desde aquel día que tus sones se juntaron con mi duelo Creo que un ángel mueve tu badajo y conmueve al mismo tiempo mi alma. El eco de tu bronce, antes de herir las fibras de mi corazón, ha estremecido las sepulturas donde descansa lo que fue.
Todo se hundía, al pronto, en el mismo encantamiento. Hasta los vendedores errantes se postraban junto a su mercancía, donde les tomaba el golpe de badajo. En la plaza, más de uno se terciaba el embozo y se quedaba dormido.
Palabra del Dia
Otros Mirando