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La riqueza y el esplendor de Goa habían atraído a su seno alegres y lindas mujeres de diversos y distintos países: almeas de Egipto; cortesanas de Bética, Italia y Grecia; odaliscas de Georgia, Armenia y Persia, y bayaderas y devadasis de toda la India. Sus variados y exóticos cantares alegraban los oídos.

Vino César sobre Córdoba y la ganó: aqui fue donde recibió el homenage de casi todos los pueblos de la Bética, aqui donde vió rendido á sus plantas á su enemigo Varron, aqui donde terminó en medio de los aplausos de todo un reino la primera y la mas gloriosa de todas sus campañas. Retoñaron algun tiempo despues las discordias civiles.

Gustaba de sus cantares, de sus chanzas groseras, de sus guisos y ensaladas; aunque por la constante gravedad de su rostro parecía más bien nacida entre las brumas de la Noruega que bajo el ardiente sol de la Bética. Ni comprendía ni mucho menos podían ser de su agrado los modales de un trato delicado y culto.

Los mas doctos y perspicaces veían aunque lejana cernerse ya sobre la iglesia de la Bética la hosca nube de una persecucion sangrienta; mas la generalidad gozaba de la presente tolerancia; no era pues el miedo por entonces motivo para ceder al capricho del intruso soberano, el cual, si bien significaria su deseo con el tono propio del dominador cuando se dirige al dominado, habia resuelto por lo visto no hacer uso de la fuerza en esta ocasion. ¡Y sin embargo el templo fué vendido!

El árabe jactancioso manda al punto que se á los Cristianos el precio convenido, que reciben en dinares de oro, y les insta para que desocupen prontamente el local, porque Abde-r-rahman es ya de edad avanzada, y urge que los suntuosos despojos de Itálica, Mérida y otras ciudades monumentales de los orgullosos Romanos, reciban su providencial colocacion en el soberbio edificio que levanta á Mahoma junto al gran rio de la Bética la raza predestinada que avasalló á los antiguos dominadores del orbe en cuantas provincias reconocian la autoridad de Heráclio.

Presúmese que luego renunció La Cueva á la poesía dramática, ó por lo menos no se hace mención de él entre los poetas dramáticos, que rivalizaron con Lope de Vega. La última obra importante, que escribió, fué un poema épico sobre la conquista de la Bética por San Fernando.

Y la lengua se le pegaba al paladar y los ojos se le humedecían al recuerdo de aquel régimen nutritivo digno de eterna veneración. Las dulces memorias de la Bética vivían siempre en su corazón y sólo morirían cuando éste cesase de latir.

Sosegadas ya las olas, el orador continúa. Hace una excursión por el campo de la historia para demostrar que los sarrienses, desde la época de la dominación romana, cuando la España estaba dividida en Citerior y Ulterior y después en Tarraconense, Bética y Lusitania, hasta nuestros días, habían demostrado en todas ocasiones un ingenio poderoso muy superior al de los habitantes de Nieva.

Llamábase monasterio dúplice ó mixto aquel en que hacian vida reglada y monástica personas de ambos sexos, si bien con la debida separacion interior, la cual era sumamente rigurosa, como se verá mas adelante. Estos monasterios fueron muy comunes en la Bética, y aun en toda España, desde que se introdujo la vida monacal en ella.

Los historiadores árabes, sin embargo, pueden ayudarnos en muchas cosas á suplir el silencio de los nuestros: silencio que nada tiene de particular atendida la natural turbacion y desconcierto de aquellos primeros tiempos de la España muzárabe, durante los cuales, la misma tolerancia de los dominadores pudo en cierto modo contribuir á que no surgiesen al pronto del seno de la Iglesia española de la Bética esos hombres notables, dechados de ciencia y santidad, que luego la ilustraron en las épocas de persecucion.