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Actualizado: 22 de julio de 2025
El hombre avanzó más, y el toro comenzó a retroceder, berreando siempre y arrasando la avena con sus bestiales cabriolas. Hasta que, a diez metros ya del camino, volvió grupas con un postrer mugido de desafío burlón, y se lanzó sobre el alambrado. ¡Viene Barigüí! ¡El pasa todo! ¡Pasa alambre de púa! alcanzaron a clamar las vacas.
La higuera es también muy amiga de la ruda; el ciprés, de la avena; y así por este estilo podrían irse nombrando, si hiciera falta, muchas amistades y predilecciones de las plantas, que, como es natural, también tienen sus odios y sus desavenencias. ¿Quién contará, por otra parte, sus buenas y malas cualidades? Crea el lector que es empresa ardua, pero, con todo, intentaremos decir algo.
Algunos heridos de distinción estaban en las Ventas del Rey; pero la mayor parte, como he dicho, tenían su hospital a lo largo del camino, y allí los cirujanos no daban paz a la mano para vendar y amputar, salvando de la muerte a los que podían. Los soldados sanos sufrían los horrores del hambre, alimentándose muy mal con caldos de cebada y un pan de avena, que parecía tierra amasada.
Hasta las colonias de plantas extrañas á la naturaleza libre, son respetadas, al menos por algún tiempo: sobre una cornisa de tierra rebajada que ha quedado suspendida al flanco de la ribera, veo balancearse las cañas flexibles de una mata de avena, humilde colonia de esclavos fugitivos aventurados en un mundo de libres héroes bárbaros.
Hullin ordenó a Frantz y a Kasper que encendieran grandes hogueras en el vivaque para la noche; a Marcos, que diera avena a los caballos, para ir sin pérdida de tiempo a traer municiones, y al ver que ambos se marchaban, Juan Claudio penetró en la alquería. Al final del pasillo obscuro estaba el patio de la casa de labor, al que se descendía por cinco o seis escalones desgastados.
¡Es la última vez, don Zaninski, que vengo a verlo por su toro! Acaba de pisotearme toda la avena. ¡Ya no se puede más! El polaco, alto y de ojillos azules, hablaba con extraordinario y meloso falsete. ¡Ah, toro, malo! ¡Mí no puede! ¡Mí ata, escapa! ¡Vaca tiene culpa! ¡Toro sigue vaca! ¡Yo no tengo vacas, usted bien sabe! ¡No, no! ¡Vaca Ramírez! ¡Mí queda loco, toro!
Es como lo anterior, evidente, que el maligno polaco, riéndose una vez más de las gracias del animal, compadeció, si cabe en lo posible, a su vecino que iba a construir un alambrado infranqueable por su toro. Seguramente se frotó las manos: ¡Mí no podrán decir nada esta vez si toro come toda avena!
La mica se ha descubierto en el departamento de Canelones; el manganeso ha entrado en explotación; el oro se ha trabajado por muchos años; se ha descubierto el petróleo; y se encuentran varias piedras preciosas, que han sido explotadas últimamente. De los productos agrícolas, el trigo ocupa el primer lugar, siguiéndole el maíz, la cebada, la avena, la linaza y el alpiste.
No va a pasar más aquí, añadió señalando los alambres caídos, obra de Barigüí. Barigüí pasa siempre! Después pasamos nosotras. Ustedes no pasan. No va a pasar más. Lo dijo el hombre. El comió la avena del hombre. Nosotras pasamos después. El caballo, por mayor intimidad de trato, es sensiblemente más afecto al hombre que la vaca.
Había comprendido el chiste de la avena que se había de comer el otro y fingió creerse vencido. Señores dijo corriente, no se hable más de esto; yo pago la callada. Casi siempre pasaba él allí por el más ignorante, y el ver a Ronzal objeto de burla general, le puso muy contento.
Palabra del Dia
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