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Por esto y porque en sus manos no brillaba arma alguna, me tranquilicé relativamente. Bajé el bastón, y procurando dar á mis palabras acento de autoridad, les dije: ¡Vaya, vaya; poca guasa! Á ver si me dejáis paso. Tales fueron las voces que salieron del grupo en contestación á mi requisitoria. Al mismo tiempo avanzaron más hacia .

La división se conmovió toda, y dos batallones de reserva avanzaron para restablecer el orden. Gritaban los jefes hasta quedarse sin voz, y todos se ponían a la cabeza de las columnas, conteniendo a los que flaqueaban y excitando con ardorosas palabras a los más valientes.

Luego avanzaron grandes manadas de bueyes, que se arremolinaban en las angosturas del camino, siguiendo adelante bajo el palo y los gritos de los pastores con kepis. Pasó la noche desvelado por sus pensamientos.

En la puerta aparecieron dos sombras; eran dos prometidos. Ambos avanzaron tímidamente, él dando vueltas al sombrero, y ella echando una mirada furtiva a la parisiense. La guardiana, arrancada a su sueño, sonreía con malicia mostrando sus cirios. Los novios eligieron dos del mismo largo, los encendieron juntos gravemente y los colocaron en el altar.

Las damas rodeáronla inmediatamente. Fue un diluvio de besos y abrazos acompañados de vivas exclamaciones de gozo. Los hombres, que formaban círculo detrás, avanzaron también sus manos y estrecharon con efusión la de la hermosa viajera.

Los niños avanzaron hacia él, y tomándole una mano se la fueron besando sucesivamente. Después el aya, que venía detrás, quiso hacer lo mismo, pero el clérigo la retiró velozmente y con sorpresa. El conde le abrazó respetuosa pero afectuosísimamente. ¡Vaya si valen los lugareños, y vaya si se les quiere también por allá!

Asaltó una y otra vez, y sufrió por casi dos horas mas de mil tiros de fusil, y cien de ocho piezas, siendo dos de las mayores: pero sin daño particular, porque nunca avanzaron del todo.

Al cabo, los tricornios charolados de los guardias brillaron allá en la puerta del lagar y avanzaron por entre los árboles. Andrés no pudo impedir que su corazón latiese más de prisa. Detrás de los guardias venía Tomás, que se fue quedando rezagado. El joven se adelantó y preguntó a un guardia: Vienen ustedes a prenderme, ¿verdad? ¿Es usted el Sr. D. Andrés Heredia? Servidor.

Avanzaron en dos filas, al amparo de los árboles que bordeaban la avenida central, con el fusil pronto para disparar, mirando inquietamente á las ventanas del castillo, como si esperasen recibir desde ellas una descarga cerrada. Desnoyers marchó tranquilamente por el centro, y el oficial, que había imitado la precaución de su gente, acabó por unirse á él cuando atravesaba el puente levadizo.

Por aquí dijo el oficial, al que se habían agregado cuatro soldados para llevar á hombros varios sacos y paquetes traídos por Desnoyers en el techo del automóvil. Avanzaron en fila á lo largo de un muro de ladrillos ennegrecidos, siguiendo un camino descendente.