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Actualizado: 18 de mayo de 2025


Mocitos del barrio, con fieltro nuevo y los bucles alisados sobre las orejas, blandían garrotes con belicoso fervor, como si alguien se propusiese faltarle al respeto a la hermosa señora y fuera preciso el auxilio de sus brazos.

Hizo que le escribiesen a la Habana, sin poner señas a la carta porque no las sabía; procuró informarse si le habían visto, aunque sin resultado; y todos los días se pasaba algunas horas pidiendo a Dios de rodillas que le trajese en su auxilio.

He venido aquí para capitanear á esos arqueros, poniéndolos al servicio del rey nuestro señor y del príncipe su hijo, que necesita de todo nuestro auxilio para reinstalar á su aliado Don Pedro en el trono de Castilla. Hoy mismo me propongo seguir la marcha en dirección á Dax.

La ocasión como he dicho es hoy más propicia que nunca. Para no perderla anhelamos tu auxilio. ¿Nos le concedes? Dime cuál es vuestro plan respondió Morsamor. En Benarés replicó Narada reina hoy el tirano musulmán Abdul ben Hixen.

El caballero Newton no dice que el espacio sea el órgano de que Dios se sirve para percibir las cosas, ni que Dios tenga necesidad de ningun medio para percibirlas; por el contrario, dice que estando Dios presente en todas partes, percibe las cosas por su presencia inmediata en todo el espacio donde ellas están, sin intervencion ni auxilio de ningun órgano ni medio.

Debía confiarse a potencias más fuertes; debía implorar el auxilio de una protección más vigorosa.

Ester Prynne, gritó con penetrante vehemencia, en el nombre de Aquel tan terrible y tan misericordioso, que en este último momento me concede la gracia de hacer lo que, con grave pecado y agonía infinita me he abstenido de hacer hace siete años, ven aquí ahora y ayúdame con tus fuerzas. Préstame tu auxilio, Ester, pero deja que lo guíe la voluntad que Dios me ha concedido.

Ryp Timmermans tenía como pinche un chino, el chino Bernardo; un chino rubio que se dedicaba a cazar todas las ratas del barco y a comérselas. El jefe de los portugueses era un mestizo de indio, lacrimoso y sucio, que hacía de intérprete, y se llamaba Silva Coelho. El contramaestre, Old Sam, muchas veces no podía sujetar aquella gente y buscaba el auxilio del capitán.

Todavía navegó ciento treinta leguas por las costas de la Española en la frágil embarcación, hasta dar con el Comendador Ovando, que era el gobernador, y presentarle las peticiones de auxilio del Almirante. Después hubo de esperar varios meses en Santo Domingo a que volviesen naves de España, pues en más de un año no se había acercado buque alguno.

Germana quedó sobrecogida de espanto ante aquella explosión de ira, y sus ojos se volvieron hacia la casa como en demanda de auxilio. Señora dijo temblorosa , si para eso ha venido usted a mi casa...

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