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Actualizado: 6 de mayo de 2025
A lo cual respondió Sancho: -Señores, si la fortuna rodease las cosas de manera que a mi amo le viniese en voluntad de no ser emperador, sino de ser arzobispo, querría yo saber agora qué suelen dar los arzobispos andantes a sus escuderos. -Suélenles dar -respondió el cura- algún beneficio, simple o curado, o alguna sacristanía, que les vale mucho de renta rentada, amén del pie de altar, que se suele estimar en otro tanto.
La viuda de Dupont creyó morir al saber tales cosas. ¡Señor, y para esto habían nacido los preclaros varones de su familia, virreyes, arzobispos y capitanes, dándoles los monarcas títulos y señoríos! ¡Para que tanta gloria sirviese de prospecto a una mala mujer!... Y aun ésta resultaba la mejor de las dos.
Colonia, la vieja Colonia de Agrippina, patria de la madre de Neron, como del admirable Rubens, un tiempo gobernada por Trajano, antigua capital de la «Germania inferior,» sucesivamente opulenta y gloriosa, miserable y conquistada, miembro poderoso de la «Liga anseática,» ciudad feudal, ciudad-libre imperial, dominada por arzobispos y generales, presa del imperio germánico, de la república y del imperio de Francia, y aun de los Rusos en 1814; Colonia, la metrópoli comercial del Rin aleman, es acaso la mas histórica de todas las ciudades alemanas, la que ha pasado en su larga existencia por una serie mas complicada de acontecimientos diversos, la que ha ejercido mas poderosa influencia en las comarcas del Rin, y la que por los numerosos contrastes de su modo de ser ha ofrecido ejemplos mas elocuentes de lo que influyen las instituciones políticas y religiosas sobre las costumbres de los pueblos.
Los mayores títulos de gloria de los comillanos eran haber dado la villa tres Arzobispos , muchos notabilísimos marinos y varios capitalistas riquísimos que, aunque residentes en Filipinas, Cádiz y otros países tan apartados, demostraban á cada paso, con limosnas y presentes de todos géneros, su amor al pueblo de su naturaleza; y sobre todo, haberse construído el magnífico templo que se levanta en la plaza, que, acaso, en su género, es el mejor de la provincia, á expensas de los mismos comillanos.
Pues sólo cuestan seis reales, y con ellas pueden visitarse las sacristías, el guardarropa, las capillas de don Álvaro de Luna y del cardenal Albornoz, y la Sala Capitular, con sus dos filas de retratos de arzobispos, que son una maravilla. ¿Quién no se rasca el bolsillo por ver tales portentos?
Lo primero que llamaba su atención era la cronología de los arzobispos de Toledo, una cadena de hombres famosos, santos, guerreros, escritores, príncipes, todos con su cifra detrás del nombre, como los reyes en las dinastías. Habían sido en ciertas épocas los verdaderos monarcas de España.
Pero cuando los arzobispos de Toledo tenían once millones de renta y otros tantos el cabildo, y no se sabía qué hacer del dinero, se iniciaban obras, se hacían reconstrucciones, y el arte decadente paría mamarrachos como la Cena.»
Pero no me hables de ésa; me ha causado mucho daño; ha roto mi vida: no sé cómo no he muerto. ¿Has pensado bien en lo que es ser la familia de los Luna durante siglos el espejo de la catedral, el respeto hasta de los mismos arzobispos, y de repente verse uno entre los últimos, expuesto a las risas de todos, pudiendo mirarle con compasión hasta el último monaguillo? ¡Lo que yo he sufrido! ¡Las veces que he llorado de rabia, a solas en esta habitación, después de oír lo que se murmuraba a mis espaldas!
No, señor, y es lástima contestó Luna con igual seriedad . Pero ya la encontrará usted en otra catedral. Aquí no podemos tenerlo todo. En la Sala Capitular, mezcla de arquitectura árabe y gótica, admiraban los visitantes la doble fila de arzobispos toledanos pintados en la pared con mitras y báculos de oro.
El poderoso Patriarca de Alejandría había tenido un hijo en su juventud, como él Alfonso de nombre, y que, como él, llegó á ser con el tiempo Arzobispo; y aunque las historias suelen confundirlos por las circunstancias de ser ambos Arzobispos, ambos Fonsecas de apellido, ambos Alfonsos de nombre, y ambos, en fin, patronos de grandes fundaciones, fácil es distinguirlos cuando en ellos se para bien la atención.
Palabra del Dia
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