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Actualizado: 24 de julio de 2025
A lo cual respondió Sancho: -Señores, si la fortuna rodease las cosas de manera que a mi amo le viniese en voluntad de no ser emperador, sino de ser arzobispo, querría yo saber agora qué suelen dar los arzobispos andantes a sus escuderos. -Suélenles dar -respondió el cura- algún beneficio, simple o curado, o alguna sacristanía, que les vale mucho de renta rentada, amén del pie de altar, que se suele estimar en otro tanto.
Y yendo así y como disparados familiar y alguacil, y muy cerca ya de la casa de doña Guiomar, oyeron un rumor de voces que de la cercana revuelta de una callejuela venía, y como templar de vihuelas; cosas que daban a entender claramente que se trataba de dar música por algún enamorado a la señora de su pensamiento; y había por entonces una ordenanza que mandaba que de noche y a deshora no se diesen músicas por las calles, so pena de dos días de cárcel y diez ducados para obras pías; y como la gente que sonaba junta a poco trecho parecía mucha y debía ser alegre y maleante, y ellos sólo eran dos, o diríase mejor, uno y medio, porque el familiar aprovechaba poco, éste ordenó al alguacil torciese el paso por la boca de una callejuela que se veía a mano, y rodease, con lo cual el familiar creyó haber evitado aquella gente non sancta; pero vio, cuando dada la vuelta se hallaba a poca distancia de la casa de doña Guiomar, que a su puerta había un gran bulto de sombras como de hombres, del cual salía confuso rumor de voces recatadas.
Y después de haberlo contemplado despacio, parecíale sentir en los hombros una pesadumbre abrumadora y dulcísima a la vez, y una calma honda, como si se encontrase calculaba él para sí sepultado en el fondo del mar, y el agua le rodease por todas partes, sin ahogarle.
Pero, habiendo visto uno dellos el coche donde había venido el oidor, dijo: -Aquí debe de estar sin duda, porque éste es el coche que él dicen que sigue; quédese uno de nosotros a la puerta y entren los demás a buscarle; y aun sería bien que uno de nosotros rodease toda la venta, porque no se fuese por las bardas de los corrales. -Así se hará -respondió uno dellos.
Se nombró inmediatamente una columna muy reforzada, para que, tomando otra direccion, rodease la montaña y subiese á dominar por la espalda á los rebeldes, y el Comandante General con el resto del ejército se puso en marcha por la llanura: pero á la media legua tuvo que dar vuelta para evitar otra montaña, y bajar á un valle muy ancho y espacioso, donde con mas desembarazo pudiesen maniobrar sus tropas.
Palabra del Dia
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