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Actualizado: 18 de julio de 2025
Quitámossele, pues, con no poca pesadumbre, y él, sin decir más palabra, se apartó de nosotros y se emboscó corriendo por entre estos jarales y malezas, de modo que nos imposibilitó el seguille. Por esto conjeturamos que la locura le venía a tiempos, y que alguno que se llamaba Fernando le debía de haber hecho alguna mala obra, tan pesada cuanto lo mostraba el término a que le había conducido.
Adivinábase que había hecho gastos extraordinarios en la peluquería. Emanaba de toda su persona un manifiesto deseo de embellecerse, de hacer olvidar el Maltrana de antes. Apartó los ojos de los de su amigo, temiendo ver en éstos una expresión de reproche. El enfermo de que me habló usted muchas veces ha muerto hace poco rato.
Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así; mas si no, no. 11 Y aconteció que, yendo ellos hablando, he aquí, un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino. 12 Y viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio, y trabando de sus vestidos, los rompió en dos partes.
En vano pensaba: ¿qué le importa a mi doña Ana que mi corpachón de cazador montañés viva como quiera cuando me aparto de ella?
La madre vino, pero sintiendo cielo de tormenta, estuvo sólo un momento y desapareció. Romper, es palabra corta y fácil; pero comenzarlo... Nos habíamos sentado y no hablábamos. Inés se inclinó, me apartó la mano de la cara y me clavó los ojos, dolorosos de angustioso examen. ¡Es evidente!... murmuró. Qué le pregunté fríamente.
Llegó el alguacil, apartó la gente, entregó a sus corchetes al Asturiano, y antecogiendo a su asno, y al herido sobre el suyo, dió con ellos en la cárcel, acompañado de tanta gente, y de tantos muchachos que le seguían, que apenas podía hender por las calles.
Sopló y apartó las migajas, y una a una se comió las pasas y los palillos, porque no le vi arrojar ninguno, ayudándolas con los mendrugos, que, morados con la borra de la faldriquera, parecían mohosos, y eran tan duros de condición, que aunque él procuró enternecerlos paseándolos por la boca una y muchas veces, no fué posible moverlos de su terquedad; todo lo cual redundó en mi provecho, porque me los arrojó, diciendo: "¡To, to!
28 Porque miró, y se apartó de todas sus rebeliones que hizo, de cierto vivirá; no morirá. 29 Si aún dijere la Casa de Israel: No es derecho el camino del Señor; ¿no son derechos mis caminos, Casa de Israel? Cierto, vuestros caminos no son derechos. 32 Que no quiero la muerte del que muere, dijo el Señor DIOS, convertíos pues, y viviréis.
En vos no hay pasado ni futuro; es una locura el querer dividir vuestra eternidad, que es una permanencia indivisible; es querer que la ribera huya porque descendiendo yo á lo largo del rio, me aparto siempre de esta ribera que está inmóvil. ¡Insensato de mí! yo quiero, ó verdad inmóvil! atribuiros el ser limitado, variable, sucesivo de vuestra criatura; no hay en vos ninguna medida con la cual se pueda medir vuestra existencia; nada teneis mensurable, pues que careceis de límites y de partes; las mismas medidas que se pueden sacar de los seres limitados, variables, divisibles y sucesivos, no pueden servir para mediros á vos que sois infinito, indivisible, inmutable y permanente.
Me apartó dulcemente, y se retiró paso a paso. Volví entonces a mis paseos favoritos, todas las mañanas y todas las tardes, antes y después de ir al despacho del jurisconsulto. Recorrí otra vez las orillas del Pedregoso, y subí cien veces a la colina del Escobillar.
Palabra del Dia
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