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Actualizado: 2 de mayo de 2025
Muchos antropófagos yacían en tierra, muertos o gravemente heridos; pero los chinos tenían pocas esperanzas de escapar, y no pocos de ellos habían sido muertos. Dos veces había disparado Van-Horn las lantacas, aun a riesgo de herir o matar a algunos chinos, y dos veces también intentó Van-Stael abrirse paso por entre los caníbales para socorrer a aquellos desgraciados; pero todo fué inútil.
No; nosotros hacemos la guerra a los europeos porque nos han maltratado. ¿Y los matará? Mi padre no mata a los prisioneros. No somos antropófagos tampoco: los hacemos esclavos. Pues nosotros los libraremos, aunque tengamos que incendiar tu aldea. El papú se sonrió. El hijo de Uri-Utanate ha sido salvado por vosotros, y es vuestro esclavo.
Se ha dicho que eran antropófagos y que continuamente hacian guerra encarnizada á las Cayuvavas y á los Itonamas, para quienes son todavía un objeto de temores tradicionales.
Hay algunas tribus que ya no son salvajes, por su frecuente trato con nuestros compatriotas, que visitan el puerto de Deorj para adquirir conchas de tortuga, trépang, aves del paraíso, nidos de golondrinas, etcétera; pero los demás no tienen buena fama y algunos del interior son antropófagos. No ha mejorado, pues, nuestra situación. Tenemos nuestros fusiles y sabremos defendernos.
Ella, con tiernísima solicitud, exclamó muy alarmada: ¡Jesús, Fernandito, me dan miedo esas cosas!... ¿Están sueltos?... ¿Muerden?... ¡Ca, no!... Si son unos negros cualquiera... ¡Más feos!... Y se abrochaba con disimulo el gabán, para ocultar a Currita que llegaba su consideración a los antropófagos hasta el punto de visitarlos a las diez de la mañana, de frac y corbata blanca.
Van-Stael tenía que resignarse; pero no dejó de tomar sus medidas para defenderse de los antropófagos. Hizo colocar las dos lantacas en la playa, de manera que batieran los dos pasos abiertos entre las rocas de la costa y por las cuales podían desembocar los indígenas.
Ningún indígena se veía por allí, ni la menor sombra humana se dejaba ver por las escolleras ni por las rocas que rodeaban la bahía. Sin duda los antropófagos no se atrevían aún a dar el asalto. A media noche, Van-Horn y Cornelio, que sólo habían dormido con un ojo, como suele decirse, entraron a hacer la segunda guardia con diez chinos. ¿Nada de nuevo, tío? preguntó Cornelio al Capitán.
Si el carácter de estos naturales se parece poco al de los Moxos, tiene alguna semejanza con el de los Canichanas. Independientes y altaneros por demas, valientes hasta ser temerarios, guerreros indómitos, no carecian entre ellos de franqueza y de bondad. Cazadores intrépidos y pescadores infatigables, son al mismo tiempo buenos agricultores. Estos indios nunca fueron antropófagos.
Palabra del Dia
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