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Actualizado: 1 de mayo de 2025


La conocía palmo a palmo, por dentro y por fuera, por el alma y por el cuerpo, había escudriñado los rincones de las conciencias y los rincones de las casas. Lo que sentía en presencia de la heroica ciudad era gula; hacía su anatomía, no como el fisiólogo que sólo quiere estudiar, sino como el gastrónomo que busca los bocados apetitosos; no aplicaba el escalpelo sino el trinchante.

¡Vaya un asco! ¡Como si aquel estudiante honorario hubiese asistido al curso de anatomía media docena de veces...! Al fin, el tío, en vista de las protestas, se decidió a destrozar la pieza, pues en su calidad de solterón sabía un poco de todo.... ¡Brava manera de masticar!

Todo el encanto radicará en la dicción, en la distribución hábil, apenas perceptible, de los acentos, en la suavidad con que la intención resbale de una sílaba en otra. Es una gimnasia de inagotables actitudes, un dinamismo altamente educador, que suelta, fortalece y sutiliza la anatomía del aparato vocal. ¿Se me dirá que tantos refinamientos son excesivos?... ¡No!

El método de la experimentación debía de extenderse a la literatura también; los poemas y novelas debían ser estudios de casos patológicos; la poesía una clínica social del animal humano. Sin dos cursos de anatomía, uno de patología quirúrgica y algunas nociones de química orgánica, D. Pantaleón sostenía que era ridículo pensar en hacer versos.

A D. Agustín le retozaban las ganas de decir: «¡Todo eso es una patraña, y V. un mentecato sin pizca de sentido comúnPero se contenía por educación, y cortaba las discusiones diciendo en tono sarcástico preñado de cólera: Bueno, hombre, bueno; tiene V. razón... V. lo sabe todo... Conoce V. la fisiología, la anatomía, la obstetricia... para eso es V. marino... Yo no una palabra de esas cosas... para eso soy médico... Nada, nada, tiene V. razón... dejemos eso.

El placer de Velázquez pintando sus Borrachos, ó el de Rembrandt cuando bosquejaba su célebre Lección de anatomía, debía de ser grande: es siempre un goce contemplar la naturaleza de un modo desinteresado: mayor aún poseer la facultad de reproducirla con la exactitud asombrosa de estos maestros.

Hemos hablado mucho de su aire franco y cariñoso, de la trasparencia que creimos ver en su cútis, de una diafanidad especial que está pintada en todo su semblante, como si participara en cierto modo de la inmensidad de la muerte. De idea en idea, de reflexion en reflexion, hemos llegado á hacer casi una anatomía de la vejez.

Al cabo éste, pensando en la tribulación de su suegro, le buscó por toda la casa sin hallarlo. Subió a la buhardilla, que le servía de laboratorio, y antes de llegar escuchó sus pasos, firmes, acompasados, por la habitación. Miró por el agujero de la cerradura. En efecto, el célebre fisiólogo se paseaba lentamente, con las manos en los bolsillos, de un rincón a otro de la estancia, atestada de frascos y retortas, estampas de anatomía e instrumentos de física. Tenía los bigotes aún más caídos que de ordinario; los ojos aún más opacos.

La ciencia de los zahoríes, perdiendo hoy su carácter poético y sobrehumano, ha llegado a trasformarse en la Estadística, disciplina auxiliar de la Economía Política, con respecto a la cual, viene a ser lo que es la Anatomía con respecto a la Fisiología.

Pero como en la anatomía humana nos encontramos con muchos más órganos que el corazón, Mesía no se dio por satisfecho porque pensó: «Suponiendo que Ana esté enamorada de , necesito todavía saber si la carne flaca no me ha buscado un sucedáneo». No, don Álvaro no se hacía ilusiones. A esta modestia material y grosera le obligaba su filosofía, que cada vez le parecía más firme.

Palabra del Dia

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