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Actualizado: 28 de junio de 2025


Fuera de los méritos de este P. Urraburu, del que confieso ingenuamente que ni había oído hablar, poco ó nada hay que el autor anónimo celebre y estime en algo, en el movimiento intelectual de los jesuítas. Y la verdad es que ninguno de sus escritos ha alcanzado en España la popularidad y el aplauso que las obras de otros escritores pertenecientes al clero.

Así lo comprendió el excelentísimo señor don Juan Antonio Martínez, y hecho un basilisco fue a pedir al gobernador cuenta de su torpeza; alborotóse este, y guardándose muy bien de confesar que sólo en un anónimo cifraba él las pruebas del complot de Currita, aseguró campanudamente que le constaba la existencia de una vasta conspiración alfonsina, que el marqués de Butrón la dirigía, y que la señora condesa de Albornoz era una trapisondista de tomo y lomo.

»No por lo que me dolía el castigo, sino por aliviar a Luz del que padecía por , díjela, con mal forjada entereza: » Y ¿sabes todavía si es cierto lo que se asegura en el anónimo? »Pero ella me respondió, con una prontitud y un vigor que me sorprendieron: » Y si no es cierto, ¿por qué no me lo dijiste cuando te lo pregunté tantas veces, con el alma entre los labios?

El autor anónimo niega también historiadores á la moderna Compañía de Jesús en España. En lo que toca á ciencias naturales, no tienen nada de que jactarse. No sólo, dice, «no pueden presentar una obra como la del Agustino P. Blanco sobre la flora de Filipinas, pero ni un observador de la naturaleza como el escolapio Padre Ainza».

En el número cinco vivían los de Castrillo, cinco hermanos y cinco hermanas, que tenían tertulia y comedias caseras; la casa de Castrillo era uno de los focos del romanticismo del pueblo; allí se escribía el periódico anónimo y clandestino, que después se metía por debajo de las puertas.

El día de la fuga, Angustias dijo a Belarmino y Xuantipa que cenaría con la solterona y se quedaría en su casa a dormir, como otras noches. A la mañana siguiente, el Padre Alesón, sin saber cómo ni de dónde, recibía un anónimo, escrito en caracteres que simulaban letra de imprenta.

Tal vez fué una amiga de ella, que, adivinando los hechos, los hizo saber al marido por medio de un anónimo; tal vez se delató la misma esposa inconscientemente, con sus alegrías inexplicables, sus regresos tardíos á la casa, cuando la comida estaba ya en la mesa, y la repentina aversión que mostraba al ingeniero en las horas de intimidad matrimonial, para mantenerse fiel al recuerdo del otro.

Cuando fui a visitarte a Corbeil, ya conocía tu historia. ¡De modo que usted...! ¿Así usted tenía su idea al enviarme aquí? Seguramente. Si no hubiese habido nada que hacer, yo hubiera buscado a un hombre honrado. Gracias a Dios, no faltan. ¡Hasta hay demasiados! ¿Y era por eso por lo que me ofrecían 1.200 francos de renta? ¡Figúrate! Sospecho que fue usted la que me escribió aquel anónimo.

Quedábame algunas veces, sin embargo, la duda de si estas reflexiones eran legítima y directamente nacidas de la observación serena y desinteresada, o venían impuestas por la idea de mi adquirido compromiso, ineludible ya; pero la verdad es que aquellas dudas se desvanecían fácilmente, y que cada día que pasaba me era menos agradable el desairado papel de comparsa anónimo que había hecho yo en el montón decorativo de esa incesante farsa de la vida.

Protestaban algunos americanos que querían hacer palacios de ocho pisos para ver desde las guardillas el campanario de su pueblo; pero el Municipio, bajo la presión del Marqués, nivelaba todos los tejados «dejando para otras esferas de la vida las naturales desigualdades de la sociedad en que vivimos», como decía el Marqués en un artículo anónimo que publicó en El Lábaro.

Palabra del Dia

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