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Actualizado: 2 de julio de 2025


No, ¡no!... viviremos juntos porque eres mi marido y Dios manda que sea así, pero ya no te quiero: no puedo quererte... ¡El mal que me has hecho!... ¡Tanto que te amaba yo!... Por más que busques en tus viajes y tus malas aventuras, no encontrarás una mujer que te quiera como te ha querido la tuya.

Sólo con él se hubiera desposado; y como no quería causar tan profunda pena a Fernando, cuyo amor no merecía, veíase obligada a hacerse religiosa. Amaba a Fernando, su prometido, pero con un amor más apacible, más dulce.

¡No , efectivamente! ¿Es cierto, o no, que el Príncipe no podía decidirse a renunciar a la Condesa porque la amaba otra vez? Es cierto. ¿Y usted no estaba celosa?

La Montansier y Neuville estaban encantados; el empresario, un buen abate llamado Bouyon, que amaba á la Montansier paternalmente, y á quien años después, en un motín, colgaron de un farol, se frotaba las manos...

Junípero el de la panza gorda, que le sacó, por unos días, de aquella galbana perruna que le amagaba otra vez, y á la cual propendía notoriamente. Y como amaba por sistema los libros, á falta de otro mejor adquirió una baraja. Lo primero que aprendió con ella fué el tute arrastrado, y después el mus.

Pero si era verdad, si me amaba, como era demasiado cierto que yo la amaba á ella, podía decir de este amor lo que ella de su belleza: ¿Para qué me sirve? pues no podía esperar que tuviera jamás bastante fuerza para triunfar de la eterna desconfianza, que es el error y la virtud de esta noble niña; desconfianza cuyo ultraje rechaza mi carácter, pero que mi situación más que la de otro alguno es á propósito para inspirarla.

En cuanto a Juan, hacía lo posible por soportar valerosamente su sufrimiento moral, para que nadie lo sospechase; ¿no debía, acaso, acostumbrarse a la idea de ver a otro al lado de la que amaba? Para escapar a su suplicio, no tenía siquiera el derecho de huir: todo lo ataba a aquella casa, en aquel momento en que dos sombras amenazadoras se cernían sobre ella: la ruina y la muerte.

Como todos los hombres de miras amplias y elevadas, no era exclusivista en sus gustos periodísticos. Amaba el periódico por el periódico, por ser una muestra gentil del progreso de la razón humana, o como él decía mejor, «una manifestación levantada de la conciencia pública». Las opiniones que cada cual defendía, eran cosa secundaria.

3 Enviaron, pues, sus hermanas a él, diciendo: Señor, he aquí, el que amas está enfermo. 4 Y oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. 5 Y amaba Jesús a Marta, y a su hermana, y a Lázaro. 6 Cuando oyó pues que estaba enfermo, permaneció aún dos días en aquel lugar donde estaba.

Comprendiendo tarde, ¡al perderla! cuánto amaba a Clarita, me volví desesperado a la estancia.

Palabra del Dia

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