Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 9 de julio de 2025
La familia de Josefina se enteró de todo antes que los extraños, y si la madre no procuró evitarlo, el duque tampoco dio a la cosa gran importancia. Su hija era joven, rica y hermosa: nada tenía de particular que gustara a los hombres: Félix Aldea era uno más.
En resolución, dándome cuatrocientos escudos de oro y abrazando a mi mujer con tiernas lágrimas, se partió, dejándonos admirados de su discreción, valor, hermosura y recato. Costanza se crió en el aldea dos años y luego la truje conmigo, y siempre la he traído en hábito de labradora, como su madre me lo dejó mandado.
Al anochecer, estuvieron ya libres, y, como preferían no quedarse en pueblos grandes, tomaron un camino de herradura que subía al monte Hernio y fueron a dormir a una aldea llamada Regil. El tercer día, de Regil cogieron el camino de Vidania, y llegaron a Tolosa, en donde estuvieron unas horas. De Tolosa fueron a dormir a un pueblo próximo.
Martín era mucho más desgraciado en el molino, donde se había quedado completamente solo, pues no había que considerar compañeros suyos a los jornaleros y al viejo David, que su padre le había dejado al morir. Jamás había tenido amigos, ni en la aldea, ni en ninguna otra parte; Juan compendiaba para él todas las amistades.
»Lo mismo tener soledad de. Un cantarcillo del siglo XV: «Aldea donde nací, soledad tengo de ti.»
Hay un crecidísimo número de callejuelas estrechas y poco limpias, que no harian honor á una aldea: el aspecto general de todo Lisboa no es de seguro el de una ciudad que se esmera en la policía de las calles.
Cuando se despertó, el reloj de la aldea de Charmes daba las cuatro. Hullin, al oír aquellas lejanas vibraciones, salió de su amodorramiento; abrió los ojos, y como mirase sin conciencia de lo que hacía, tratando de evocar sus recuerdos, el vago resplandor de una antorcha pasó ante su vista; el guerrillero sintió miedo y se dijo: ¿Me habré vuelto loco?
Por muy despreocupado que yo fuese, tuteándome y codeándome con camaradas de aldea, en el fondo estaba solo: porque era solo de mi raza, solo de mi rango, y en desacuerdo, por múltiples conceptos, con el porvenir que me esperaba.
A Francisco se le ocurrió que él había sido siempre un gran tirador; se consagró a la caza y perseguía corzos, jabalíes, y hasta con el oso, las pocas veces que se le presentaba, se atrevía. Una tarde de invierno vio Paula llegar a la aldea cuatro hombres que conducían a hombros el cuerpo destrozado de su marido en unas angarillas improvisadas con ramas de roble.
Cuando llegaron á la plaza del mercado, se volvió aún más inquieta y febril al notar el bullicio y movimiento que allí reinaban, pues por lo común aquel lugar tenía en realidad el aspecto de un solitario prado frente á la iglesia de una aldea, y no el del centro de los negocios de una población.
Palabra del Dia
Otros Mirando