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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Con esto, don Narciso era el comensal obligado en todas las fiestas y gaudeamus de la sociedad elegante de Peñascosa: comía vorazmente, y de ello hacía alarde, bebía al mismo tenor, y cuando llegaban los postres, nunca dejaba de brindar con alguna coplita que resultaba casi siempre sucia.
He aquí, sin duda, el origen, en cuanto se refiere á esa abundancia de recursos y á las excitaciones hechas por Felipe IV á los poetas, de las innumerables comedias de esa especie, destinadas en particular para solaz de la corte del Buen Retiro. Su representación se reservaba para las ocasiones solemnes, bodas, etc., y el lujo, de que se hacía entonces alarde, era real verdaderamente.
Estas juergas eran admiradas por algunos como un simpático alarde de los gustos populares del marqués.
408 Lo que pinta este pincel ni el tiempo lo ha de borrar; ninguno se ha de animar a corregirme la plana; no pinta quien tiene gana sino quien sabe pintar. 409 Y no piensen los oyentes que del saber hago alarde; he conocido aunque tarde, sin haberme arrepentido, que es pecado cometido el decir ciertas verdades.
Si el Derecho Natural y de Gentes, y la razon instruida de estos principios, puede aprovechar muchísimo á ilustrar las verdades católicas sobre las costumbres: ¿qué se ha de esperar de unos libros, donde no se trata nada de esto, ni sus Autores por la mayor parte han cultivado este estudio; antes bien muchos de ellos hacen alarde de despreciarlo?
Lo vio Mesía que adoraba este gesto de la Regenta, y sin poder contenerse, fuera de su plan, natura naturans, exclamó: ¡Qué monísima! ¡qué monísima! Pero lo dijo con voz ronca, sin conciencia de que hablaba, muy bajo, sin alarde de atrevimiento. Fue una fuga de pasión, que por lo mismo importaba más que una flor insípida, y no era una desfachatez.
Yo no soy sentimental decía ella a D. Saturnino Bermúdez, que la oía con la cabeza torcida y la sonrisa estirada con clavijas de oreja a oreja yo no soy sentimental, es decir, no me gusta la sensiblería... pero leyendo ciertas cosas, me siento bondadosa... me enternezco... lloro... pero no hago alarde de ello.
El estudio del «Edipo» en que Peredo hizo alarde de su saber en materia de arte dramático; el juicio de Altamirano con motivo de la representación del «Baltasar» de la Avellaneda, artículo brillante y galano que me pareció insuperable. «El Renacimiento» fué mi periódico favorito. ¡Qué amena y grata lectura me proporcionó esta revista!
También los tenzone, ateniéndonos á su forma, hubieron de recitarse por varias personas, aunque esta circunstancia sea la única que tienen de común con el drama, puesto que su índole peculiar, reducida á simple alarde de ingenio en el ataque y la defensa, está muy distante de ser una acción ordenada y capaz de representarse.
Pero este amaneramiento de descomponer las cualidades de los personajes, y hacer un fatigoso alarde de sus cualidades y pensamientos, es incompatible por completo con la esencia y objeto de la poesía dramática.
Palabra del Dia
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