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Actualizado: 11 de julio de 2025


Pasaban con un salto irresistible sobre el muro, se deslizaban por las brechas, venían del fondo de la arboleda por entradas invisibles. Eran soldados pequeños, cuadrados, sudorosos, con el capote desabrochado. Y revueltos con ellos, en el desorden de la carga, tiradores africanos con ojos de diablo y bocas espumeantes, zuavos de amplios calzones, cazadores de uniforme azul.

9 Los ancianos de Gebal y sus sabios repararon tus hendiduras; todas las galeras del mar y los remeros de ellas fueron en ti para negociar tus negocios. 10 Persas y lidios, y africanos, fueron en tu ejército tus hombres de guerra; escudos y capacetes colgaron en ti; ellos te dieron tu honra.

Quedó mirando fijamente a la hermosa dama con sus ojos africanos, de una melancolía lacrimosa, que parecían implorar compasión. ¡Doña Zol!... ¡Doña Zol! murmuró con acento desesperado, como si la reconviniera por su crueldad. ¿Qué hay, amigo mío? preguntó ella sonriendo . ¿Qué le ocurre a usted?

Los mudéjares vienen de los alárabes y de los agemes africanos y de otras naciones, y son los que se quedaron en España en los lugares rendidos por vasallos de los reyes cristianos, á los cuales, porque servian y hacian guerra contra los otros moros, los llamaron por oprobio mudegelim»... Rebelion y castigo de los moriscos, lib. II, cap.

El largo desfile se inmovilizaba en las calles durante horas enteras para dar tiempo á que se acomodasen en los trenes las fuerzas que iban delante... Y Argensola había seguido esta masa armada é inmóvil desde los bulevares á la puerta de Orleáns, hablando con los oficiales, escuchando los gritos ingenuos de los guerreros africanos, que nunca habían visto París y lo atravesaban sin curiosidad, preguntando dónde estaba el enemigo.

Los africanos, que por aquel tiempo se vendían en el Perú a precio más o menos igual al que hoy se paga por la contrata de un colono asiático, merecieron de sus amos la gracia de que, después de cristianados, pudieran, según sus respectivas nacionalidades o tribus, asociarse en cofradías. Aun creemos que vino de España una real cédula sobre el particular.

El número de esclavos africanos que allí habita, no tiene por alimento mas que el maiz, y no todos. No hay viajero que al desembarcar en San Vicente no se sienta mal á la vista de semejante cuadro: inmediatamente que nuestro vapor se proveyó del carbon necesario, dejamos las islas del Cabo Verde con general contentamiento.

Mil setecientos turcos y africanos, lo peor de la piratería, tomaban tierra atraídos por la riqueza del pueblo, y más aún por el deseo de asaltar cierto convento de monjas, donde vivían retiradas del mundo jóvenes hermosas y de ilustre familia.

Despues del oro y los diamantes, la cosa de mas precio que habia éramos nosotras; y presencié un combate qual nunca se ve igual en nuestros climas europeos, porgue no tienen los pueblos septentrionales tan ardiente la sangre, ni es en ellos la pasion á las mugeres lo que es entre los Africanos.

Los españoles serémos menos cultos; pero somos más circunspectos, más sérios, más formales. Serémos africanos, serémos hotentotes, bien; pero no podemos hacer un arte de la humorada de divertir al mundo con chocarrerías.

Palabra del Dia

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