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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Mientras me guiaba por los anchurosos y sucios corredores, no pude menos de decirme: «Ceferino, dispensa, chico, pero estás haciendo una melonada.» Tropezábamos aquí y allá con mujeres y hombres que me miraban fijamente, como si adivinasen aquel juicio poco lisonjero que había formado de mi persona y lo corroborasen en todas sus partes.
No faltaba señora que confundía a los cantantes con los prestidigitadores que en el mismo Casino había visto maniobrar, y no quería que le quemasen el pañuelo, ni aun en broma, ni que le adivinasen la carta que tenía en el pensamiento. Emma no había visto nunca tan de cerca a la Gorgheggi, en la que pensaba tanto de algún tiempo a aquella parte.
Es algo como la sensación prematura de una dicha futura que no tiene nada de terrestre, que es ilimitada, que llenará un día el vacío inmenso de mi corazón, que colmará toda la ambición de mis deseos. ¿Qué queréis ¡grandes dioses! que pida a la mujer que consienta en amarme? ¿qué podré esperar de ella? ¿El compromiso de los seres tan débiles, tan pasajeros, que no conocen, que no aprecian siquiera el instante en que gozan, que no pueden responder de la más próxima de sus emociones, que se extrañarían todos los días de sí mismos si todos los días adivinasen lo que les había de ocurrir al siguiente? ¿Una transacción, un contrato de algunos años o de algunos meses, que una circunstancia imprevista, los celos, el despecho, el pensamiento, puede modificar; que se altera por la duración, que se disuelve por la suerte, y que un desprecio, un capricho, una enfermedad, pueden cambiar en aversión?... ¡No! ¡no!
Al notar que en el banco había otra pareja, se desasían, improvisaban una conversación cualquiera y ganaban cuanto antes la revuelta inmediata, para repetir el tierno enlazamiento, no sin antes saludar con una sonrisa al príncipe y á la duquesa, como si adivinasen en ellos á otros enamorados.
En la Reducción de San Joseph, por no cuadrales á los indios el sitio que se escogió para mudarla, se tuvo por mejor trasladarla á Santa Cruz la Vieja, en cuya elección, cuan bien adivinasen los neófitos, se descubre por el estado próspero en que siempre se ha mantenido, y por ser escala á las naciones infieles del Chaco.
Palabra del Dia
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