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Actualizado: 12 de junio de 2025
Pero, ¿qué puedo hacer? No lo sé. Escuchadme todos interrumpió el notario . Puesto que la señora y el intendente parecen arrepentidos, existe un medio para substraerlos de la ley y hasta de asegurarles la posesión de lo que les pertenece personalmente. Pueden expatriarse hoy mismo. Si aceptan mis proposiciones, les prometo mi ayuda. De ese modo evitarán la prisión, y nos evitarán graves molestias.
Ante la sencillez e ignorancia de estas ochenta ingenuas que componen el cuerpo de baile, son iguales todos ellos. Se les conoce con el nombre de abonados, se les sonríe gratuitamente, se cuchichea con ellos en los rincones, se aceptan sus confites, y hasta sus diamantes, como galanterías sin consecuencias y que a nada comprometen a las que los reciben.
El lo vigila todo, desde el ornato del escenario hasta la forma y calidad de los muebles: si sobre una mesa, verbi gracia, ha de haber algunos libros, él determinará cuántos serán y de qué tamaño. Las mismas actrices, aun las más rebeldes, aceptan su autoridad, consultándole el corte y color de los trajes que vestirán la noche del estreno. Sardou dá su opinión, que es irrevocable.
Obdulia se arrodilló de nuevo llena de confusión, roja como una amapola. La figura corpulenta del obispo se agrandó desmesuradamente delante de sus ojos; su blanca cabeza coronada por el morado solideo resplandecía de majestad. Los cargos de la Iglesia católica no deben ser empleos codiciados: no se buscan, se aceptan con humildad y resignación.
Hasta he tenido en cuenta el lugar de nacimiento de mis dos compañeros. «Banco de Westfalia, de Tarragona y del Río de la Plata.» Pero los socios no lo aceptan. Fernando miró fijamente a su amigo. ¡Famoso Maltrana! En él la gravedad era siempre de corta duración. Nunca se sabía ciertamente dónde cesaban sus emociones, dando paso a la fría burla.
Dos observaciones debo hacer, siempre con la mejor intención, para gobierno de mis lectores: La distancia más larga desde el centro de Santander al campo, se anda, á pie, en diez minutos. La localidad que abandonan en verano las familias que se van al campo, la aceptan como residencia campestre los que huyen de otras capitales á la nuestra.
Estriba con bizarría, Y la espuela nazarena Suspira en dulce armonía, Como grillos que á porfía Lloran del preso la pena. Guapos el Pago los llama, Y el alcalde salteadores, Pero pública la fama Que no la avaricia inflama Su pecho en vivos ardores. Ligados por nudo fuerte Los dos siguen un camino: Hermanos de vida y muerte Aceptan la misma suerte Bajo el yugo del destino.
Palabra del Dia
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