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Actualizado: 28 de julio de 2025
»Dos caminos tendreis por donde endereçar los passos comicos en materia de trazas. Al uno llaman Comedia de cuerpo, al otro de ingenio, ó sea de capa y espada. En las de cuerpo, que (sin las de Reyes de Ungria, ó Principes de Transilvania) suelen ser de vidas de Santos, intervienen varias tramoyas, ó aparencias: singulares añagazas, para que reincida el poblacho tres y cuatro vezes, con crecido provecho del Autor. El que publica con acierto esto, que con propiedad se puede llamar Espanta villanos, consigue entero credito de buen convocador, yendose poco á poco estimando, y premiando sus papeles. Ponense las niñezes del santo en primer lugar: luego sus virtuosas acciones, y en la ultima jornada sus milagros y muerte, con que la comedia viene á cobrar la perfecion q
Cuando ha dicho una gracia, tiene el singular tino de marcharse inmediatamente: esto prueba gran conocimiento; la última impresión es la mejor de esta suerte, y todos pueden quedar riendo y diciendo además de él: ¡Qué cabeza! ¡Es mucho fulano!
Cada uno de estos podria darse la forma de gobierno que mas le conviniera, conforme á la voluntad de sus pueblos. Pronto se hicieron sentir algunos movimientos revolucionarios, promovidos por los agentes de Cortabarria, que fueron sofocados por las fuerzas del gobierno, y condenadas á la última pena por sus tribunales las personas que aparecian como autoras de la rebelion.
Consiento en lo que pides. »En aquel momento sentí que recobraba mis fuerzas, y agregué: »Cuatro horas es muy poco, Yago; concédeme cuatro más, y renuncio también a la gloria literaria, a mis obras, a lo que me hizo alcanzar un puesto tan elevado en la estimación del mundo. »¡Cuatro horas por eso! murmuró el negro desdeñosamente. Es mucho; pero no importa, no debo negarte la última gracia.
A esta última asistió el General Blanco, Capitán General de la Isla entonces, y notables personalidades cubanas y peninsulares.
Vámonos, pues, á ver lo que sucede en casa de don Silvestre Seturas. No bien llegaron á ella los dos amigos, cuando el de Madrid, arrojando sobre una silla su sombrero, y dejándose caer sentado en la inmediata, dijo, entre desalentado y furibundo: ¡No puedo más, amigo mío! Esta reciente escena acabó con mi paciencia y con la última de mis pueriles ilusiones.
Se creían seguros de obtener la victoria gracias á las máquinas productoras de una coraza vaporosa que neutralizaba el efecto de los rayos negros. Una ligera interrupción ocurrida á última hora en el mecanismo de estas máquinas había ocasionado el retraso del movimiento insurreccional. Pero el gobierno estaba advertido de él, y un batallón de muchachas de la Guardia defendía la Universidad.
Sin embargo, como en esta última, alegremente iluminada por los rayos del sol, la apariencia de soledad y abandono no llevaba consigo la decadencia, la desesperación ni el abandono.
La primera vez... ¡bien sabes cuando fué! La última, cuando la llevaste contigo á la casa del severo y anciano Gobernador. Y cuando tú abogaste tan valerosamente en favor de ella y mío, respondió la madre. Lo recuerdo perfectamente, y también deberá recordarlo Perla. ¡No temas nada! Al principio podrá parecerte singular y hasta huraña, pero pronto aprenderá á amarte.
El mismo valentón, temiendo al aperador, había arreglado el asunto declarando sentenciosamente que los tres eran igualmente valientes, y que entre valientes no deben existir cuestiones. Y juntos habían bebido la última copa, mientras la Marquesita roncaba debajo de la mesa, y las muchachas, aterradas por el susto, huían a la gañanía.
Palabra del Dia
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