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Actualizado: 5 de junio de 2025
¿Ónde está la carne? pregunta, al cabo, con voz ronca el pescador. La carne... tartamudea su mujer, como ya estaba cerrada la tabla cuando fuí á buscarla, no la traje. ¿El dinero?... el dinero... en la faltriquera. Á ver el dinero, digo, ¡pronto! La interpelada saca, temblando, unos cuartos de su faltriquera, y sin abrir toda la mano, se los enseña á su marido.
Di que nada, ¡cuartajo! si te paez. ¡Los hijos de un sobrino carnal de mi madre!... ¡Pues digo!... ni un galgo le alcanza ya... De todas maneras, si usted no quiere... ¿Yo?... ¡A buena parte vas con el reparo!... ¡Vaya que me gusta!... No, no, lo que es por mí... Además, no se trata de eso sólo, que debe verse de pasada... ¿Jacia ónde?
Mientras bebía con ansia la pobre bestia, quedé yo encarado en opuesta dirección a la que había llevado subiendo, y con un panorama a la vista que me dejó maravillado. ¿Qué valle es ese? pregunté a Chisco que se limpiaba los hocicos con la manga de su lástico. Pos el vayi por onde hemos pasau me respondió ; sólo que como no vimus más que lo de la parte de acá, y esu en racionis...
¿Ónde está la carne? pregunta al cabo, con voz ronca, el pescador. La carne ... tartamudea su mujer, como ya estaba cerrada la tabla cuando fuí á buscarla, no la traje. ¡Mentira!... Yo te di ayer al mediodía dos reales y medio para comprarla, y la tabla no se cierra hasta las cuatro. ¿Ónde tienes el dinero?... ¿El dinero?...; el dinero ... en la faltriquera.
Ya zé, ya zé, D. Luizito: no me diga ozté na. Onde no hay prencipio no pué haber na... ¡Pero mire ozté que en Zeviya hay mucha afición!..... ¡¡Mucha afición!! Si te descuidas un poco, ya tienes la bronca encima... y algo más en ocasiones. ¡Calle ozté, zeñorito, zien Zeviya po una mijita le tiran a uno la Biblia!
En éstas y otras, presentósele un día el Tuerto con las manos en los bolsillos y la cara hecha un vinagre. ¿De onde vienes, tiña? le preguntó el viejo mareante, abrazando con cariño, pero muy admirado, al aparecido. Del departamento respondió el Tuerto. ¡Del departamento! ¿Pues no mandaste carta de allá, hace ocho días, para mí á Patuca, que sabe leer y escrebir? Cierto.
Es que entre aquellos árboles, y subiendo la cuesta..., ni más ni menos que la del monte Helicona.... ¿Ónde está eso? ¿Helicona?... Un poco más allá de Torrelavega. El que no me gustó fué aquel Apolo que las acompañaba á ustedes. Si no se llama Polo.... Es un chico del comercio. -Lo supongo. Quiero decir que iba algo cursi. ¡Y ustedes iban tan vaporosas, tan bonitas! ¡Otra!
Y ello, ¿pa qué es, don Marcelo? ¿Onde se ponen esas cosas tan majas? A ver, a ver si nos entera, que es bueno saber de todo.
Palabra del Dia
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