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Para Santa Teresa es todo ello una ciencia de observación, que descubre o inventa, digámoslo así, y lee en misma, en el seno más hondo de su espíritu, hasta donde llega, atravesando la oscuridad, iluminándolo todo con luz clara, y estudiando y reconociendo su ser interior, sus facultades y potencias, con tan aguda perspicacia, que no hay psicólogo escocés que la venza y supere.

El origen de estas mascaradas del sentir colectivo es lo que los comediantes ignoran y lo que todavía ningún psicólogo ha explicado.

Pues si usted tiene más no los aparenta manifestó Romadonga, que era un psicólogo práctico para quien ni el alma de las chulas ni el de las duquesas guardaban secreto alguno.

¿Del conde? Yo hubiera creído lo contrario, y con razón... Miss Darling manifiesta tan claramente su preferencia, que no hay necesidad de ser gran psicólogo para leer en su corazón... ¡Y él! Carlos no piensa más que en ella; por esto quisiera evitar a toda costa un escándalo lamentable... Sin esa funesta rivalidad, ¿quién sabe?

Después de verle, al irse, me ha palmeado a ya sabe usted que Güemes es lo más cariñoso y me ha dicho, riéndose, que el diagnsótico lo haría, mejor que él, alguna muchacha, y que la más eficaz medicina para Carlitos está en el sacramento con música de marcha nupcial. El doctor Güemes no sólo es un gran clínico, sino también un gran psicólogo. Está en todo, hijita. ¡Qué hombre!

El sagacísimo psicólogo Alfredo Binet divide á los autores dramáticos en «grafistas», ó improvisadores que escriben al correr de la pluma; «oidores», que, como Curel, autosugestionados por su concepción, «oyen» lo que sus personajes dicen y trabajan cual si escribiesen al dictado; y «articuladores», en quienes persiste una relación constante entre la palabra y el yo consciente.

No la habría descubierto el psicólogo más experimentado, tanto era de incipiente; no la habrían ni siquiera presentido sus compañeros de viaje: él mismo acaso no podía apreciarla en su exacta magnitud, que así es de indeciso y sutil el germen inicial en las tribulaciones del espíritu.

El individuo contra el Estado; 2 pesetas. Traducida con autorización del autor Profesor de Psicología. 1880, 8.º, 3,50 pesetas. Este libro, una de las mejores producciones del eminente psicólogo Ribot, expone con claridad y precisión admirables el movimiento de la Psicología científica en Alemania, desde principios de este siglo, en que se hizo el primer ensayo, hasta nuestros días.

Clementina sintió una vibración en el alma que a un psicólogo le costaría mucho trabajo definir. Fué una mezcla de dolor, de asombro, y acaso también, de un poquito de alegría. El dolor predominó, no obstante, y abrazó a su madrastra y la besó cariñosamente repetidas veces. ¿Qué está usted diciendo ahí?... ¡Morirse! No: yo no quiero que usted se muera. Usted me hace mucha más falta que su dinero.

Suele, en su presunción de psicólogo, hacer análisis que no están en la persona analizada, sino en él mismo. Ha leído algunas novelas modernas, probablemente de Bourget, que se ha ocupado mucho de psicología femenina, con sutilezas generalmente exentas de verdad y de sencillez.