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Al dia siguiente, entre 10 y 12 de la mañana, se reanudó la conferencia, manifestando el Cónsul Mister Pratt que el Almirante había contestado acerca de mis deseos =que, Estados Unidos por lo menos reconocería la Independencia de Filipinas bajo protectorado naval y que no había necesidad de documentar éste convenio, porque las palabras del Almirante y del Cónsul Americano eran sagradas y se cumplirían, no siendo semejantes á las de los Españoles=, añadiendo por último, que, =el Gobierno de Norte América era un Gobierno muy honrado, muy justo y muy poderoso=.

Mac-Kinley, enviando tropas y más tropas á Manila despues de celebrado el armisticio y aún la paz con España; cuando reflexionaron que había ido retardando el envío de la Comisión civil para ajustar con los filipinos el tratado amistoso; cuando conocieron los antecedentes de mi alianza con el almirante Dewey, preparada y arreglada por los cónsules Pratt y Wildman de Singapoore y de Hong-kong; cuando se enteraron del verdadero estado de las cosas en Filipinas el día 4 de Febrero, sabiendo que los filipinos esperaban la contestación de Mr.

Luego que hube tomado pasaje en el vapor Malacca volví á despedirme del Cónsul Pratt, quien aseguró, que antes de entrar en el Puerto de Hong-kong me recibiría secretamente una lancha de la escuadra americana con el fin de evitar la publicidad, sigilo que también yo lo deseaba. Partí para Hong-kong en dicho vapor las 4 de la tarde del mismo dia 26.

El Almirante acogióme en su salón y después de los saludos de cortesía, preguntéle si eran ciertos todos los telégramas que había él dirigido al Cónsul de Singapore, Mr. Pratt, relativos á mi; contestándome afirmativamente, y añadiendo que, Estados Unidos había venido á Filipinas para protejer á sus naturales y libertarles del yugo de España.

Pero habiendo vuelto el inglés repetidas veces con la misma pretensión, accedí á la entrevista con Mister Pratt, la cual, se verificó, con la mayor reserva de 9 á 12 de la noche del dia 24 de Abril de 1898, en un barrio apartado.

Pratt, deseaba conferenciar con D. Emilio Aguinaldo, á lo que se le contestó que en dicha casa no se conocía á ningún Aguinaldo; pues así se había convenido responder á todo el mundo.

Pratt, quien me notició que la guerra entre España y Estados Unidos estaba declarada, y por tanto, que era necesario me marchára á Hong-kong en el primer vapor, para reunirme con el Almirante Dewey que se hallaba con su escuadra en «Mirs bay», puerto de China; también recomendóme Mr.

No queremos guerra; por el contrario, deseamos la paz, pero paz digna que no colore tus mejillas ni manche de vergüenza ni rubor tu frente; y te juramos y prometemos, que América con su poder y sus riquezas, podrá quizás aniquilarnos matando á todos; pero esclavizarnos, jamas!!! No; no es ésta humillación el pacto que yo celebrara en Singapoore con el Consul americano Mister Pratt.

Pratt le nombrase Representante de Filipinas en América para recabar con prontitud el reconocimiento de la Independencia.

En la entrevista aludida manifestóme el Cónsul Pratt, que no habiendo los españoles cumplido con lo pactado en Biak-na-bató, tenían los filipinos derecho á continuar de nuevo su interrumpida revolución, induciéndome á hacer de nuevo la guerra contra España, y asegurando que América daría mayores ventajas á los filipinos.