United States or United States Virgin Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


Otro día, en el camerino de una cupletista, pedía a gritos con rotos gritos de epiléptico una jofaina de agua perfumada, porque quería morir abriéndome una vena. Esta dulce muerte romana la acababa de aprender en ¿Quovadis?, película de gran metraje que se estaba proyectando en un teatro.

No tienen acento andaluz, ni mantones de Manila, ni gracia gitana, ni nada... Soy española, ¡olé! canta una cupletista. Y para afirmar su españolismo, golpea fuertemente el tablado con un pie, y se dedica, durante un año, a hacer flexión de riñones al compás de la música. Luego dice dónde ha nacido, que es: o en el barrio de Maravillas, o en las Vistillas, o en Triana, o en Granada.

Después, en versos más o menos congruentes, añade: ¿De dónde iba a ser, si no? ¿Dónde hay este garbo, esta sal, estos andares, estas hechuras?... El público va inflamándose poco a poco en un sentimiento mixto de amor a la patria y de entusiasmo por la cupletista. ¡Viva España! grita la chica al final. ¡Viva! contestan varias voces. Pero no creo que nadie piense en Sagunto ni en Covadonga.

A veces, y al son de la jota, una cupletista se declara aragonesa; pero ¿quién ha oído de alguna que haya nacido en el distrito del Sr. Rahola? La España del género ínfimo es muy limitada, y mi provincia, por ejemplo, la hermosa provincia de Pontevedra, tan fecunda en navegantes, en políticos y en cangrejos, no figura en ella... Soy española insiste la cupletista.

Yo creo que una cupletista es algo mucho más patriótico que un diputado o que un senador. En todos nuestros teatros del género ínfimo existe algo así como un convencimiento vago, pero muy firme, de que la mujer es una invención exclusivamente española. A las extranjeras no se les reconoce categoría de mujeres. Son muy poco gordas, muy poco negras, muy poco analfabetas.