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La segunda clase á que aludimos, que corrobora nuestro aserto, comprende esos dramas, cuyo interés descansa principalmente en motivos internos y en la pintura detallada de diversos estados del alma, aunque, por esto mismo, parezcan menos ocasionados á producir impresión escénica.

Afírmase, además, como antes vimos, de un auto de Rojas en 1642, que no pareció bien; y puesto que los autos, por lo general, se componían para la fiesta del Corpus de cada año, hubo de suceder esto más especialmente tratándose de éste, á que aludimos, ya que un auto antiguo sólo se hubiera repetido, si su éxito fuese ya incontestable por haberse representado antes con aplauso.

Esos datos, á que aludimos, son ciertas alusiones históricas, que se encuentran en esas composiciones, con arreglo á las cuales puede fijarse á menudo con exactitud la fecha en que se escribieron y representaron, sirviendo también para igual propósito las ediciones más antiguas de las comedias de Calderón, porque si bien no se indica el año de ninguna, contienen preciosas indicaciones para saber esas fechas.

De la carta última, á que aludimos, y del contenido de otras, copio aquí la parte de ellas, que ofrece algún interés para conocer la vida de Lope ó la historia del teatro, siendo digno de especial atención lo que dice de Cervantes, porque realmente da á entender que hubo enemistad grave entre estos dos grandes hombres. «Toledo 4 de Agosto 1604. Yo tengo salud y toda aquella Casa.

Se protesta, sin embargo, que la nomenclatura, á que aludimos, es tan exacta y abraza de tal modo las varias clases de comedias, así en su fondo como en su forma, y las determina con tanto rigor, que no puede haber ninguna que no esté comprendida en ella, y no pertenezca á ésta ó la otra clase.

La comedia á que aludimos se distingue por un enredo tan ingenioso y desenvuelto tan magistralmente, que bajo este concepto puede igualarse á las mejores de Calderón. La heroína es una viuda joven, especie de dama duende, que se propone envolver en sus redes, y usando de la más refinada astucia, á un galán extranjero .

Aunque antes aludimos al talento de Calderón para dibujar caracteres diversos, y ofrecer en su conjunto la vida y el mundo, que lo rodeaba, debemos lamentar, no obstante, que se haya creído obligado, siguiendo la dirección exclusiva de su espíritu, á usar con tanta parsimonia de este talento, circunscribiéndose voluntariamente á tan estrecho y limitado círculo.

El pasaje, á que aludimos es tan importante y decisivo por muchos conceptos, que vamos á copiarlo en toda su extensión: «Los días pasados, dice Cervantes, me hallé en una conversación de amigos, donde se trató de comedias, y de las cosas á ellas concernientes; y de tal manera las subtilizaron y atildaron, que, á mi parecer, vinieron á quedar en punto de toda perfección.

Sería ofender á un maestro alemán, tan respetado como eminente, según dice el mismo autor á quien aludimos, comparar los grandiosos cuadros dramáticos, trazados por él, é inspirados por su conocimiento y por sus elevadas y seductoras ideas de la poesía española, con las miserables producciones, á que nos referimos; pero es de deplorar que el poeta se pierda, por decirlo así, en un horizonte sin límites, y que por esto mismo anule deliberadamente el resultado que, en otro caso, ganara el teatro con sus obras.

Sin embargo, ese lujo externo escénico á que aludimos, es un rasgo característico que separa la segunda mitad de la edad de oro del teatro español de la primera, y un síntoma, al mismo tiempo, que deja ya adivinar su próxima decadencia.