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Una noche en que estaban aquellas señoras muy familiares, conversables y benignas con don Paco, se atrevió este a ofrecer algo que pensaba en ofrecer tiempo hacía, sin acabar de decidirse por temor de que no aceptasen su obsequio. Desechado el temor, dijo al cabo: De hoy en ocho días, el cuatro de agosto, habrá grandes fiestas en este pueblo.

Los tricornios también se ponían de parte del pueblo. Salvatierra andaba en ello y su nombre bastaba para que todos aceptasen el prodigio sobrenatural. Los más viejos, los que habían presenciado el levantamiento de Septiembre contra los Borbones, eran los más crédulos y confiados. Ellos habían visto y no necesitaban que nadie les probase las cosas.

El sabio profesor osaba emitir en su informe la teoría de que los tales papeles tal vez representasen algo semejante á la moneda, pero sin poder comprender su funcionamiento y su utilidad, y extrañándose además de que hubiese gentes que los aceptasen en lugar de los discos metálicos. Tampoco el público se fijó mucho en tales explicaciones.

Pepe el cobrador alababa las ventajas del continuo ahumamiento. Gracias a eso decía no mueren como chinches. El humo les limpia, ya que nunca tocan el agua. ¡Porque cuidado, don Isidro, que son sucios!... En cambio, en la comida no he visto gente con mayores escrúpulos. No había que esperar que aceptasen una limosna de alimentos, ni que aprovecharan las sobras de nadie.

Yo beberé, ya que no pueden ustedes hacerlo por la pijotera ordenanza; y que les sirva de provecho... ¡A la salud de todos ustedes! Choca, Fermín: choca , Chivo. Decid todos conmigo: ¡Viva el tricornio!... Se cansó por fin de ir de grupo en grupo sin que aceptasen sus ofrecimientos y dio por terminada la expedición.

El valentón relataba modestamente sus glorias. Todos los años, por Navidad y por San Juan, emprendía el camino de Valencia, tòle, tòle, para ver á la propietaria de sus tierras. Otros llevaban el buen par de pollos, la cesta de tortas, la banasta de frutas, para enternecer á los señores, para que aceptasen la paga incompleta, lloriqueando y prometiendo redondear la suma más adelante.