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Actualizado: 13 de junio de 2025
Expedición de los Padres Francisco Hervás y Agustín Castañares á las naciones de los Zamucos II 248 Expedición de una compañía de soldados españoles para castigar los desmanes de los indios Chiquitos I 70 Fabrican los indios cruces de madera, de orden de los Misioneros, para librarse de las persecuciones del demonio II 238
Así cuentan de un tal indio llamado Ignacio que no sabe vivir sin andar en busca de infieles y ganando almas á Cristo; y el P. Juan Bautista de Zea, en su ida á los Zamucos, le escogió por capitán de los demás, y á él singularmente fiaba los negocios más graves del bien de aquella gente.
Rescatan los Misioneros varios esclavos españoles que tenían los indios Payaguás I 200 Resistencia de los indios Zamucos á reducirse á la santa fe; hacen salir de sus tierras á los Misioneros II 247 Resistencia que hicieron los indios Tobas á los Misioneros, poniéndose en armas para impedir la predicación del Evangelio I 41
Con todo esto, para quitar este impedimento á la santa fe, se ha procurado que todos los indios aprendan la lengua de los Chiquitos, lo cual no se podrá hacer en adelante, porque si las naciones en cuya conversión se trabaja ahora, pasan del número de tres ó cuatro mil almas, será necesario hacer otra nueva Reducción y nos veremos obligados á acomodarnos á su lengua, para lo cual habrán los Misioneros de estudiar precisamente la lengua de los Mototocos, que usan los Zamucos, y la de los Guarayos que hablan en Guarany, fuera de la lengua de los Chiquitos.
Persuadióles lo que quería, y con estos pocos compañeros, en el mayor rigor del tiempo, por Febrero del año siguiente, pasó á reconocer el bosque que faltaba por abrir para entrar en los Zamucos; y pareciéndole cobardía el no poner luego manos á la obra para allanar aquella dificultad, cogiendo una hacha y otras á su imitación los neófitos, comenzó á hacer el camino.
Con la venida de éstos se tuvo noticia cierta de otros infieles como fueron los Quíes, confinantes con los Morotocos, pero de diferente lengua; los Curacates, situados hacia el Norte; los Zamucos, que aunque hablan la misma lengua de los Morotocos y usan de sus mismas armas, no obstante se distinguen de ellos en que se rapan la cabeza como los Tobas y Mocovíes, y en que las mujeres visten con más honestidad, cubriéndose desde la cintura hasta las rodillas; los Carerás y Zatienos ó Ibirayas, que viven junto á unas salinas, y otras naciones hacia el Mediodía, las cuales se extienden hacia las provincias amplísimas del Chaco.
Esto y mucho más hacía y sufría por los pobres indios: y aunque otros no pudieran tolerar el contínuo peso de vida tan trabajosa y con tan poco alivio, con todo eso él duró en ella por muchos años, y cada día se hallaba con tanto vigor como si en aquel comenzase; de lo cual, como dije en otra parte, no acababa yo de maravillarme; pues cuando oídos sus trabajos en la Misión de los Zamucos le consideraba consumido de fuerzas y que apenas se podía tener en pie, le ví poco después en Córdoba, con alientos y vigor de joven, siendo así que ya contaba sesenta y cuatro años de edad.
Finalmente, donde esta virtud campeó con admiración de todos, fué cuando estando en el fervor de sus conversiones y á lo mejor de la obra de reducir á la fe á los Zamucos y fundar aquella nueva cristiandad, levantó al punto las manos de la labor, sin esperanza de volver jamás á proseguirla, á un orden de nuestro Padre general de que tomase á su cargo el gobierno de esta provincia; él mismo confesó con toda ingenuidad que le costó la ejecución de este orden increíble dolor y sentimiento, y que jamás había sentido tanta repugnancia su natural como en este caso de ser Superior; y aunque fácilmente se hubiera podido excusar de aquella carga, para él tan pesada, con todo eso, por no dejar de obedecer, la aceptó prontamente, y sin dilación se vino á largas jornadas al Tucumán, sufriendo por el camino increíbles trabajos é incomodidades.
Por los Zamucos entraron con algunos indios Chiquitos los PP. Felipe Suárez y Agustín Castañares. Los de la provincia de Tucumán no pudieron encontrar con Pilcomayo y hallaron por fin que el descubierto por los Tucumaneses el año de 1719 no podía ser aquel río por ser éste pequeño y el Pilcomayo muy grande.
Habiendo ordenado el nuevo Provincial Padre Juan Bautista de Zea que el P. Miguel de Yegros, en pasando las lluvias, fuese con el hermano Alberto Romero á fundar la Reducción de nuestro P. San Ignacio, se anticipó el P. Yegros algún tiempo, así por escoger con tiempo sitio á propósito, como por no exponerse á peligro de no hallar agua qué beber en el camino; por tanto, á principios de Abril empezó su viaje; mas entrando en el bosque de los Zamucos, se vió obligado á volver atrás por tener tanta falta de agua, que ni la gente ni las caballerías tenían con qué apagar la sed.
Palabra del Dia
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