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EL «CRISTO ATADO A LA COLUMNA» DE LA GALERÍA NACIONAL DE LONDRES. «EL CRISTO CRUCIFICADO». «LA RENDICIÓN DE BREDA». «CUADROS DE CACERIAS». MARCHA VELÁZQUEZ CON EL REY A LAS JORNADAS DE ARAGÓN Y CATALU

A tanta eminencia cede la mecánica imposición de la alcabala». Cuando Velázquez vivía ya en Madrid se imprimió un curioso libro donde todo esto consta, y en 1633 el Consejo de Hacienda falló el pleito conforme al deseo de los pintores.

El Licdo., Gregorio de Salazar. Entra Velázquez al servicio del Rey. A 6 de Octubre 1623. Su Magestad. Recibe en su ser.º a Diego Velázquez, pintor, para que se ocupe en lo que se le ordene con v.te d.s al mes en el P.or de las obras deste Alcázar.

Acaso consista en que cuando se admira a un grande hombre de éstos, cuya gloria no ha costado una gota de sangre, experimenta el alma deseo de poder también estimarle; pero es lo cierto, que hay en la vida de Velázquez indicios por los cuales se colige que era bueno.

Nuestros pintores, áun despues de muertos Rosales y Fortuny, hacen el primer papel en los talleres de Roma, en los mercados de París y Lóndres; y si consiguen sobreponerse á las exigencias de una moda estúpida, que tiende á empequeñecer el tamaño y el asunto de sus concepciones, los nombres de Velazquez y Murillo no serán los únicos que pronuncie la posteridad con cariñoso respeto.

Ya porque algún asunto grave requiriese allí su presencia, ya porque desesperara de conseguir sus deseos, Velázquez regresó aquel mismo año a Sevilla: mas al siguiente de 1623 don Juan de Fonseca le llamó por orden del Conde-Duque de Olivares, librándole una ayuda de costa de cincuenta escudos para el viaje que, según parece, hizo acompañado de Pacheco.

Velázquez permaneció en la tienda inmóvil, silencioso, con la vista fija en la puerta por donde había salido. No tardó en presentarse de nuevo con el mantón sobre los hombros, y sin mirarle se dirigió resueltamente á la puerta de la calle. Pero el majo, con rápido ademán, se puso delante, cortándole el paso.

Los juegos de la luz fingen en la llanura bosques, campos, ríos y pueblos que no existen: es un país falso y teatral que guarda cierta semejanza con el fondo del cuadro de las Lanzas, de Velázquez; pero cautiva la vista por su esplendor, y dilata el pecho por su inmensidad.

Como, por ejemplo, la de Gerona del año 1475. Blas Nasarre, y después de él Luzán, Velázquez y Jovellanos, hablan de una representación dramática celebrada para solemnizar estas regias bodas; pero á no indicarse la fuente de donde proviene esta noticia, no hay motivo bastante para darles entera fe.

Deseando Tacca tener a la vista un buen retrato del Rey, se le mandó uno ecuestre de mano de Velázquez con sombrero puesto y menor que el natural: pidió el italiano otro donde poder estudiar mejor la real persona, y Velázquez lo hizo hacia 1633 de perfil, de busto y sin sombrero , enviándosele además un busto del Rey por Martínez Montañés, tal vez el que se ve indicado en la parte inferior derecha del retrato que a este escultor hizo Velázquez.