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Las figurantas van á sus casas á almorzar sin quitarse el traje, por no perder tiempo. Sobre las vallas de los estudios se elevan, unas veces, la torre Eiffel, si la obra transcurre en París, y otras, el palacio de los Dogas venecianos ó los agudos minaretes de una mezquita oriental.

Tres semanas, sobre poco más o menos, transcurrieron así, en lucha contra puertas cerradas y en un estado de exasperación que me ponía al nivel de una bestia extraviada obstinándose en salvar vallas. Una tarde me llegó un billete. Lo mantuve un momento cerrado, suspendido delante de mis ojos, como si él contuviera mi destino.

Los cajones y vallas se situaban en los Humeros, en la Macarena y la Barqueta, al pie del puente de barcas, delante del colegio de San Telmo y en la orilla de Triana, frente al convento de los Remedios.

Los guardas paseaban por las vías con la carabina pendiente del hombro y el paraguas cerrado bajo del brazo, vigilando las vallas ó las orillas de la ría por donde se colaban los merodeadores en busca de la chatarra, acero viejo, piezas de máquinas desmontadas ó rollos de alambre, que vendían en los baratillos de Bilbao. La ría según decía el capitán Iriondo era peor que una carretera antigua.

Aún quedan hoy mismo árboles adorados: el montañés ignora por qué, y no gusta de que le pregunten sobre ello; pero en muchos sitios existen encinas respetadas, rodeadas de vallas por los indígenas, para protegerlas contra los animales y los viajeros errantes.

El Mosco consideraba como enfermos a sus débiles compañeros, fatigados por la marcha. Al otro lado del arroyo, Isidro y el señor Manolo vieron que el camino se deslizaba, tortuoso, entre dos altas vallas de plantas espinosas. El Mosco les ordenó que arrojasen los cigarros; ya no podrían fumar hasta la vuelta: entraban en terreno enemigo.

Si los establecimientos para remojarse los sevillanos tenían, pues, verdadera importancia, no era menor la que tenían las vallas y cajones que de antiguo se colocaban en el río y los cuales constituían una de las mayores distracciones de nuestros paisanos en los meses caniculares.

Sus estancias no tienen fin. Mi cuñado Raúl, a quien le da por hacer ironías con las matemáticas, ha hecho un cálculo, según el cual, puestos en línea recta los alambrados de los campos de misia Melchora, resultan más largos que las vallas de alambre electrizado de las trincheras europeas, que llegan desde Bélgica hasta el Danubio. Por lo demás, misia Melchora es una distinguidísima matrona.

Y al punto, mudando de táctica, habló con gran rapidez, diciendo que estaba enamorado, pero de veras; que para él no había categorías, distinciones ni vallas sociales, encontrándose el amor de por medio; que Amparo era tanto como la más encopetada señorita, y que su desliz no provenía de falta de respeto, sino de sobra de cariño: todo lo cual acompañó con mil dulces e insinuantes inflexiones de voz.

Estalló un aplauso ruidoso dentro del circo. En el patio se dieron órdenes con voz imperiosa. El primer toro acababa de morir. Abriéronse en el fondo del pasadizo de la puerta de Caballerizas las vallas que comunicaban con el redondel, y llegaron con más intensidad los ruidos de la muchedumbre y los ecos de la música.