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Actualizado: 12 de julio de 2025


Si estuviéramos cerca de la costa podríamos intentar alcanzarla, llevando el junco hacia los arrecifes. La tierra de Torres está a cien millas de nosotros y el junco se sumergirá dentro de una hora. ¿No habrá tiempo para construír una balsa? ¿Con este oleaje? Aunque el tiempo nos sobrara, nos sería imposible construírla. ¿Queréis que recurramos a la chalupa? ¿Resistirá a la tempestad?

Por fin llegaron los arqueros á un lugar de la sierra desde el cual se divisaban en el lejano horizonte las torres de Pamplona, y allí se detuvo la Guardia Blanca, en cumplimiento de las órdenes del príncipe. Los altos montes estaban cubiertos de nieve y los arqueros se acomodaron lo mejor que pudieron en una aldea vecina.

Dicen los cronistas que hasta la época del último rey moro Granada tenia hasta 400,000 habitantes, con mas de 16 kilómetros de circunferencia, y que estaba completamente circuida de murallas, y estas contaban hasta mas de mil torres para su defensa.

Sin duda es extraño que ni Cervantes, ni Lope de Vega, ni Agustín de Rojas, ni Juan de la Cueva, hagan mención alguna de Torres Naharro en sus noticias sobre los orígenes del teatro español. Verdad es que son tan sólo fragmentos escritos á la ligera, para deducir de su silencio que desconocían del todo sus obras.

Mariana, De rebus hispanicis, lib. XI, caps. 13 y 14. Andrés Mendo, De ordinibus equestribus. Caro de Torres, Historia de las órdenes militares de Santiago, Calatrava y Alcántara: Madrid, 1629.

Allí habían privado grandemente en épocas anteriores el duque de Alagón, Lozano de Torres, Chamorro, Tattischief y otros memorables personajes de los seis años que siguieron á la vuelta de Valencey. Alguna vez los ministros eran favorecidos con su admisión en aquel recinto de perfidias y adulación, y allí las sonrisas de Fernando para sus secretarios eran siempre siniestras.

Mas no quedó aquí ni con mucho el asunto, pues sabiendo Amesqueta que aún era grande en Sevilla el número de esclavos ocultos por sus amos, comenzó á echar á éstos fuertes multas para que los denunciasen, como ocurrió á una mujer de Pilas, á quien por habérsele huido una esclava le hicieron pagar 300 ducados, y al Veinticuatro Torres que tuvo que aflojar 400 y verse envuelto en un proceso.

Una sola puerta da entrada al pueblo, y en las torres laterales quedan aún huellas del rastrillo y de otros medios de defensa; ninguna ventana se abre sobre la inmensa extensión de los valles cercanos. Las únicas aberturas son las aspilleras por donde pasaban en otro tiempo los venablos ó los cañones de los fusiles.

El marqués jura lavar en sangre su afrenta, exhorta á su hermana á cuidar de la salud de su alma, é intenta también sacrificarla, cuando se muestra Imeneo, que estaba oculto; se descubre á mismo, y la clase á que pertenece, y se esfuerza en aplacar al marqués, pidiéndole la mano de Febea, que al fin consigue. La comedia acaba con un villancico, como casi todas las de Torres Naharro.

Bartolomé de Torres Naharro, clérigo y erudito, y descendiente de una familia española distinguida, nació en La Torre, junto á Badajoz, y en su juventud llevó sin duda una vida muy agitada, pues de resultas de un naufragio fué esclavo en Argel. En Nápoles hizo Torres Naharro una reimpresión de la Propaladia , que lleva la misma fecha que la edición romana.

Palabra del Dia

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