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Nuestro mal lo debemos á nosotros mismos, no echemos la culpa á nadie. Si España nos viese menos complacientes con la tiranía, y más dispuestos á luchar y sufrir por nuestros derechos, España sería la primera en darnos la libertad, porque cuando el fruto de la concepcion llega á su madurez ¡desgraciada la madre que lo quiera ahogar!

Contemplando el vaivén de las aguas y arrullado por su murmullo, debió sentir el hombre que nacía en él algo nuevo y poderoso: un alma. ¡El mar!... Los organismos misteriosos que lo pueblan también vivían, como los de tierra, sometidos a la tiranía del medio, inmóviles en su primitiva existencia, repitiéndose a través de los siglos, como si fuesen siempre el mismo ser.

A las entrañas de la nube el rayo Y el cetro a la infecunda tiranía. Todo esto está muy bien. ¿Quién no lo aprueba? ¿Quién no lo aplaude?

En el apretar desesperado de Emma a cada nuevo dolor, Bonis sentía, además de los efectos naturales de la debilidad femenina en tal apuro, además de meros fenómenos fisiológicos, el carácter de la esposa; veía el egoísmo, la tiranía, la crueldad de siempre.

Andronico sabida la pérdida, no le parecieron bastantes sus fuerzas para poderla restaurar, saliendo á cortarles el camino, antes desesperado entregó sus provincias, al rigor de las armas enemigas, desconfiando, no tanto del valor como de la de los suyos; daño que padecen todos los Príncipes que por su crueldad y tiranía hacen á los mas fieles desleales.

Por eso amo las páginas que siguen, las cuales reflejan algunos de esos dolores intensos y de esos momentos solemnes de la última revolucion contra el tirano de nuestra patria, tiranía que, para honor de nuestro culto, no ha contado un solo poeta entre sus filas.

Pedí, rogué a mi madre que, si no había modo de vivir en nuestra casa sin la tiranía de aquellos testigos de mi tortura, anticipara todavía más el suceso que era la causa fundamental de ella. Y mi madre no comprendía cómo buscaba yo el remedio contra las hieles de una pócima sin fin, apresurándome a beberla; pero yo lo comprendía.

La más ligera tentativa de sacudir el yugo podía acarrear, en esta parte, fatales consecuencias, y la tiranía de las autoridades eclesiásticas no dejaba otro recurso que la sumisión. A pesar de todo, era tan vigorosa la vida nacional, que no parecía fácil sofocarla, y por esto emprendió entonces una senda, en la cual no había miedo de tropezar con aquellos obstáculos.

La guerra, la tiranía, el egoismo dinástico y todas las consecuencias de la union artificial en que se hallaron España, el Imperio germánico y los Países-Bajos, hubieron de apresurar la decadencia.

Este mismo temor á los silbidos de los mosqueteros obligó á muchos poetas á llevar sus obras anónimas á la escena, y puesto que, como antes dijimos, la tiranía de este populacho crítico alcanzó su apogeo hacia la mitad del siglo XVII, de aquí también, que, en este mismo tiempo, aumente sobremanera el número de las comedias, que no llevan el nombre del autor.