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Han formado un número de deidades, creyendo que cada cual preside sobre una raza, ó familia de indias, de quien se supone haber sido el Criador. Unos le hacen de la raza de los tigres, algunos del leon, otros del guanaco, y otros del avestruz &a.

Anduvimos este dia 4 leguas. El 16, salimos al salir el sol: el rio vueltas de N á S, y al poniente á una y otra márgen hay elevadas barrancas con algunas cuevas, criaderos de tigres; y los hay con tal abundancia, que los veiamos de cinco y seis, pero sin hacer daño. A la parte del N vimos una indiada; vino uno de ellos á la canoa, y díjome ser chiriguano.

Era el original de los tres retratos en fotografía. Vestido estaba con elegante traje de cazador, pero sin armas, porque no iba ya a caza de tigres, sino de palomas. Y en vez del salacot oriental, cubría su cabeza un airoso sombrero tirolés adornado con una pluma de águila.

Allì fueron los monos celebrados Por cabritos, y mas enternecidos, Tigres, osos, leones, desusados Manjares, de la hambre convencidos. Comiamos: empero tal me via, Que con la hambre pura no dormía.

Tenían también en cuenta la necesidad que pudieran tener de la chalupa como lugar de refugio si eran atacados por los papúes, caso de que los hubiera en aquellos bosques. La chalupa les brindaba también manera de ponerse fuera del alcance de las serpientes, que abundan en la isla, y aun de los tigres, que tampoco escasean en ella, y señaladamente en las costas.

Hay también víboras de muchas especies, y algunas de mortal veneno, pero no son tantas como se dice, y en los poblados raras veces se ve alguna. En los montes y campos se crían tigres, leopardos, zorras, antas y avestruces, pero por lo regular no molestan a los hombres.

¡Ah, tío! exclamó Cornelio . ¡Nunca he experimentado emoción semejante! ¡Sentí que me faltaban las fuerzas! No me sorprende. Estas serpientes dan miedo hasta a los tigres. , acuéstate y descansa, Lu-Hang; y nosotros trabajemos antes de que nos pille la noche. Van-Horn, repuesto ya de su susto, emprendió con gran actividad el trabajo que tenía entre manos y que había suspendido.

Unos gatos flacos y espeluznados rodaban en torno de la mujer, esperando que cayese algo de la olla: unos animales lúgubres, de mirada feroz, tigres empequeñecidos que parecían alimentarse con el hambre que sobraba á sus amos. La vieja rompió en lamentaciones al conocer á don Luis.

Después de decirse que en estas islas la virginidad es una deshonra, creemos que bien puede asegurarse lo de los nidos en los rabos de los carabaos; lo de los misteriosos embozados de la calle de San Jacinto; lo de la persecución del anay por fuerzas del ejército; lo de los rabos de las indias de la costa de Baler lo de los tigres de Mariveles, y lo otro y lo otro, incluso el asegurar que el indio es indefinido.

Su exesiva indigencia, haciéndoles arrostrar á veces los mayores peligros, los induce á salir á la caza de tigres, con cuya carne se alimentan: con este mismo fin persiguen cruelmente á los caimanes.