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Actualizado: 24 de junio de 2025


A la orilla de este rio habia algunos sauces pequeños, y habiéndose refrescado, siguió su derrota; y á una semana de haber caminado, avistó unas serranias muy altas, ásperas é intransitables, desde tierras adentro hasta la orilla del mar, de modo que para salir de su aspereza se bajó á la playa, y cuando bajaba el agua, caminaba: cuya estacion le duró dos semanas: y aun despues caminaba por el campo, avistaba algunas sierras pequeñas y montes, encontrando tambien algunos montecitos de un árbol, nombrado chañar, cuyas frutas, aunque muy escasas, solian templar su hambre, ayudado con su poca pesca y otros bichitos del campo que podia lograr: pues ninguno reservaba, por inmundo que fuese, porque para él todo le era comida delicada y gustosa, siendo lo peor y mas trabajoso que le faltaba algunas veces; pues asegura que en la estacion de su viaje se le pasaban ya los cuatro, ya los seis dias sin comer ni un bocado, en lo que se afirma muy de cierto y aun le parece que hubo temporada de dos semanas.

Los dos empezaron á evolucionar por las tierras de la estancia, persiguiéndose á través de alturas y hondonadas.

Se levantó movido de secreto impulso, bajó al zaguán, salió hasta el campo, y como quien no pierde por la precipitación idea del sitio donde va, cruzando tierras sembradas, se fue hacia la iglesia que desde la ventana de su cuarto había visto.

Aquel infeliz no conocía categorías; juzgaba por el renombre, y considerándole un personaje poderoso, una autoridad, temblaba, ocultando su turbación con la sonrisa aduladora de las razas eternamente perseguidas. Don Fernando continuó el aperador. Usté que tiene amigos en el extranjero podía arreglarle el viaje a Alcaparrón. A ver si en aquellas tierras hacía tanta suerte como sus primas.

Vio otras tierras, otros hombres, esperando dejar su dolor a lo largo de los caminos del mundo; pero nada fue suficiente para calmarlo. En Niza, delante de la tumba de su hermana, lloró ardientes lágrimas que lejos de extinguir el fuego lo reanimaron.

Suyas serían las minas mejicanas, las tierras de la frontera, todo cuanto ella poseyese.

Sería más rico que , más rico que todos los millonarios del mundo... Y no soy mas que un mendigo bien trajeado. ¡Ira de Dios! ¿Por qué no guardaron mis abuelos sus tierras, en vez de dedicarse á servir al rey ó al pueblo? ¿Por qué no hicieron lo que cualquier patán que conserva religiosamente lo que le entregaron sus antecesores?...

Es la vieja política que vuelve o más bien, que continúa a pesar del cambio de unos hombres por otros, y de las declamaciones prosopopéyicas de los palaciegos en el Capitolio: es decir, la política de Tartufo, que ya encontrara aquí Luz del Día en su peregrinación por América, cuando, cansada de vivir en Europa, hizo su viaje de incógnito por estas tierras según la sabrosa creación alberdiana.

La Etiopía alta era y es a modo de inmensa fortaleza natural, de nava dilatadísima, que se levanta, sostenida por abruptos cerros, muy sobre el nivel de las otras circunstantes tierras africanas.

Desde luego, la aproximación, por la baratura del transporte, de todas las tierras que baña el Pacífico, desde el Estrecho de Behring hasta Chile mismo, con los grandes centros europeos.

Palabra del Dia

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