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Actualizado: 27 de octubre de 2025


Con razon puede estarlo, porque la mezquita Aljama de su Córdoba es ya un verdadero tesoro del arte arábigo-bizantino.

Parece que fue buscando minas metálicas que se dio con aquel tesoro por casualidad, encargándose el azar de hacer un curioso epigrama. En efecto, san Cecilio y sus compañeros eran una mina, porque sus restos calcinados han dejado, mediante la fe, muy buenas utilidades...á los capellanes del Monte-Santo. Santafé. Un comisionista en viaje. Loja. La Sierra-Nevada. El valle de Málaga.

«¡Si me viese miss Mary! pensó . Tal vez me comparase a un Sigfrido rústico yendo a matar el dragón que guarda el tesoro de Ibiza... ¡Si me viesen otras mujeres que he conocido, y todo lo encontraban ridículo!...» Pero su amor se sobrepuso inmediatamente a tales recuerdos. ¡Si le viesen! ¿y qué?... Margalida valía más que las hembras que él había conocido antes: era la primera, la única.

Después de pasar revista a su tesoro negativo, gritó: «D. José», y como D. José, a causa del ruido que él mismo hacía, jugando con Joaquín, no pudiera oír la voz de su ahijada, esta tuvo que levantarse a llamarle por la puerta de la alcoba. «¡Venga usted acá, por Dios!... ¡Hija, no te había oído!».

Pareció que el mismo demonio lo hizo, porque en el momento de salir D. Baldomero del cuarto de su hijo, he aquí que se presentan en el despacho Villalonga y Federico Ruiz. El primero cayó sobre Santa Cruz para hablarle de los préstamos al Tesoro que hacía con dinero suyo y ajeno, ganándose el ciento por ciento en pocos meses, y el segundo se metió de rondón en el cuarto del Delfín.

Un poeta, por perverso que sea, es al cabo menos dañino que cualquiera aspirante a ministro de Hacienda, o a banquero o a director del Tesoro. El argumento no vale, sin embargo, sino para probar que no son dañinos los muchos autores, y no para excitar a que se paguen sus obras.

Hijo, no las amenazas, No los gustos y regalos, No los azotes ni palos, No los conciertos ni trazas, No todo quanto tesoro Cubre el cielo, y sol ha visto Te mueva dexar á Cristo Por seguir al pueblo moro. En se verá si puedo, Pues mi buen Jesús me ayuda, Como en mi alma no muda La fe, la promesa y miedo.

Puesto el tesoro en el flamante portamonedas, siguió viendo cosas, y a cada instante emigraban de él las pesetas y los duros, ya para tomar algo de perfumería, ya para horquillas, ¡de que tenía tanta falta!, bien para una peina modesta, bien para papel de cartas, con su elegante timbre de iniciales.

Don Quijote se ofreció a hacer la guardia del castillo, porque de algún gigante o otro mal andante follón no fuesen acometidos, codiciosos del gran tesoro de hermosura que en aquel castillo se encerraba. Agradeciéronselo los que le conocían, y dieron al oidor cuenta del humor estraño de don Quijote, de que no poco gusto recibió.

Para el desastre hay que oponer el alma; a la indigencia abrir nuestro tesoro, y ahora que alumbra, en calma, el sol, los restos de aquel toro de oro que adoraba el taaleño como Israel el becerro en los vastos desiertos, lloremos por los muertos, por el hombre, el águila y el perro. También lloró el volcán.

Palabra del Dia

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