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Actualizado: 30 de septiembre de 2025
50 Y su misericordia de generación a generación a los que le temen. 51 Hizo valentía con su brazo; esparció los soberbios del pensamiento de su corazón. 52 Quitó los poderosos de los tronos, y levantó a los humildes. 53 A los hambrientos colmó de bienes; y a los ricos envió vacíos. 54 Recibió a Israel su criado, acordándose de la misericordia.
No podrá hacer nada respondió el anciano con sencillez . Los alemanes saben que nuestras municiones están en el Falkenstein; temen un levantamiento general cuando hayan invadido la Lorena y quieren asegurar su retaguardia. El general enemigo se ha dado cuenta de que no nos puede vencer a viva fuerza y trata de rendirnos por hambre.
Ó ¿por qué no suponerlo? por culpables que fueren, como todavía abrigan verdadero celo por la gloria de Dios y el bienestar de sus semejantes, les arredra acaso la idea de presentarse manchados y culpables ante los ojos de los hombres, pues temen que en lo futuro nada bueno podrá esperarse de ellos, ni podrán redimir por medio de buenas obras el mal que hubieren hecho.
Hay muchas personas propensas a convertirlo todo en misterio. Al trasmitir la más insignificante noticia exigen reserva. Proceden así por miedo. Son seres pusilánimes que temen verse comprometidos a cada instante. La recomendación de guardar reserva tiene siempre por origen la cobardía.
En materia de religión son brutales totalmente y se diferencian de los otros bárbaros, pues no hay nación por inculta y bárbara que sea, que no reconozca y adore alguna deidad; pero éstos no dan culto á cosa ninguna visible ni invisible, ni aun al demonio, aunque le temen.
La conozco dijo Atilio con acento de convicción al músico, que no se cansaba de admirarla . La he visto muchas veces. Cuando el día se muestra demasiado limpio, los directores del Casino temen que la clientela se aburra de tanto sol, de tanto azul: azul en el mar, azul en el cielo. «Que suelten la nube grande», ordenan por teléfono.
Pero viéndole en cada visita con un aspecto de miseria creciente, los codos y las rodillas del traje brillantes por el uso, y las botas torcidas, acabaron por hablarle con frialdad y visible recelo. «Estos temen que les suelte algún sablazo», se dijo Maltrana. Y como vivía al otro extremo de Madrid, dejó de visitar a sus parientes del Rastro.
Los que han causado su desgracia le vigilan día y noche; sospechan que usted acecha un momento oportuno; interpretan su afan de saber, su amor al estudio, su tranquilidad misma por ardientes deseos de venganza... ¡El día en que puedan deshacerse de usted lo harán como lo hicieron conmigo y no le dejarán crecer porque le temen y le odian!
Algunas de sus mugeres son tan blancas como las españoles: son corteses, civiles y de buen natural; pero muy inconstantes en guardar sus palabras y contratos; son robustos y guerreros, y no temen la muerte. Su número es mucho mayor que el de las otras naciones, y casi igual al de todas las que habitan estas partes.
Cuál era esta misión, es cosa que no sabía á punto fijo. Los jóvenes como aquél no gustan de concretar las cosas porque temen la realidad; creen demasiado en la predestinación, y engañados por la brillantez del sueño, piensan que los sucesos han de venir á buscarlos, en vez de buscar ellos á los sucesos.
Palabra del Dia
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