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Actualizado: 7 de julio de 2025


Para distraerla, siguiendo mis aficiones didácticas, me entretuve en hacer cerca de Madame Duval el papel de cicerone. Madame Duval seguía a mi servicio y jamás se había detenido en las orillas del Tajo.

Montiño y Saltillo se echaron á reir. ¿No decía yo que os íbais á divertir, alférez? dijo Montiño, parando un tajo de don Bernardino ; pues ya os habéis reído, y ahora veréis. ¿Qué hacéis ahí, don murciélago, puesto á la sombra? añadió, dirigiéndose al que el alférez había llamado Velludo. Y tras estas palabras le metió un cintarazo. Velludo dió un rugido, desnudó su espada, y se fué á Montiño.

La pequeña flota iba como refuerzo de otra mucho mayor y más poderosa, que tres meses antes había salido del Tajo, conduciendo a don Duarte de Meneses.

La voz del patrón de alto los remos, y la dada por el que mandaba el bote de safa escalas, indicaron la faena de atracar, difícil en extremo por lo terso de la roca, cuyo perpendicular tajo descansaba en un acantilado fondo sobre el que pesaban dos varas de agua. Estábamos bajo la peña.

Un inmenso subterráneo conducia desde el fondo de aquella montaña artificial hasta la márgen muy lejana del Tajo, á una gran profundidad, para poder dar de beber á las caballerías, coger agua del rio, etc., etc. Tal era de grandioso el sistema de arquitectura de la vieja España, que ha dejado en todas partes los mas soberbios monumentos.

El bufón, que está allá en la calle de Don Pedro sin la vida que yo le he sacado por la cabeza del tajo más lleno y más derecho que he dado en toda mi vida, es un testimonio, y doña Clara, que está en una casa de la misma calle, entre la muerte y la vida, que de muerte es el ansia que la aflige, es otro. ¡Cómo! ¡Clara, mi adorada Clara me espera! Y sufre y llora.

Por el profeta dijo el Sultán empuñando su alfanje que al primero que me asorde los oídos con esas taifas de nombres que atañen y tocan sólo a uno de mis esclavos, que le envíe la cabeza de un tajo a la punta nevada del Belet. El capitán, cesando cuerdamente en su amplificación y exactitud genealógicas, y besando otra vez la tierra, dijo: Príncipe de los creyentes... el loco es Afmed-el-Bayer.

Desde Aranjuez hasta Toledo el paisaje es encantador, porque el ferrocarril sigue el valle del Tajo, sobre la orilla izquierda, aproximándose muchas veces hasta tocar casi en las playas del perezoso rio.

Los principios de Mayo conculcados, Los derechos del hombre pisoteados, Sin que pueda decir: «yo tengo un pan»; Un pueblo destinado al sacrificio Sobre el horrendo tajo del suplicio Que sangre pura destilando está.

Las crecientes de las sierras se despeñaban por las quiebras desesperadamente, convirtiendo en mar el río que caminaba por aquellas hondas negruras del Tajo, donde y en lo más alto se alzaba el puente destruído.

Palabra del Dia

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