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Actualizado: 6 de octubre de 2025
¡Lo mismo que yo te he dicho tantas veces! exclamó, retozándole la alegría en el semblante . ¿Qué necesidad tenemos nosotros de sufrir lo que aquí estamos sufriendo? Con lo que ya conocemos este trato, ¿cuánto no podríamos ganar estableciéndole en la ciudad? ¡No, Juana, no!... ¡Basta de taberna! Si con ella entráramos en la ciudad, taberneros seríamos hasta el fin de los siglos.
¡Vaya por Dió! dijo con resignación el talabartero . Nos quearemos, aunque no sé qué pintamos aquí frente a las caballerisas. Desde el día anterior que el marido de Encarnación iba tras de su cuñada, sufriendo los sobresaltos y lágrimas de una nerviosidad excitada por el miedo. El sábado a mediodía, Carmen le había hablado en el despacho del maestro. ¡Se marchaba a Madrid!
¡Ay! decía; y yo que he prometido á tu padre cuidarte, ¡educarte y hacer de tí un abogado! ¡Me privaba de todo para que pudieses estudiar! En vez de ir al panguingui donde se juega á medio peso, solo me iba al de á medio real, ¡sufriendo el mal olor y las cartas sucias! ¡Mira mis camisas zurcidas!
Calló por miedo a su padre, temiendo su explosión de cólera al ver engañada la ciega confianza que tenía en el maestro. Se sumió en una pasividad de bestia resignada y siguió acudiendo todos los días a casa de Boldini, sufriendo aquellas lecciones que se interrumpían con acometidas de valetudinario ardoroso o pegajosos halagos de refinada corrupción.
Que todas las carabelas montaban algunas indica el mismo libro de D. Fernando Colón, al decir que sufriendo temporal sobre la costa de Veragua «los truenos eran tan bravos y espesos, que pensaban los de un navío que los de los otros disparaban el artillería demandando socorro, porque se hundían».
La madre y la hermana de Jacobo, irremediablemente desoladas, y aquel desgraciado joven sufriendo á miles de leguas un ultraje y una vergüenza inmerecidos, se evocaron en su ánimo con fuerza irresistible.
Escaparon, por gran ventura, de aquella matanza algunos pocos, los cuales fueron al punto á dar aviso al P. Caballero, que habiéndose quedado sólo en su Rancho, todo absorto en Dios, rezaba el Oficio Divino; y no sufriendo un neófito verle expuesto al estrago de aquellos bárbaros, lo puso sobre sus espaldas para librar su vida con la fuga.
Leyendo el relato de estos crímenes pensaba en su mujer y en sus hijos, imaginándose que podían haber estado en aquel vapor, sufriendo la misma suerte de sus inocentes pasajeros.
»Nos sostuvimos enérgicamente contra tan superiores enemigos hasta las dos de la tarde, sufriendo mucho; pero devolviendo doble estrago a nuestros contrarios. El grande espíritu de nuestro heroico jefe parecía haberse comunicado a soldados y marineros, y las maniobras, así como los disparos, se hacían con una prontitud pasmosa.
Por el mal rato que habrá V. pasado al escribirla, podrá V. comprender el que yo estaré sufriendo ahora, porque el objeto de estas líneas es igualmente doloroso. ¡Razón tienen los que afirman que lo novelesco e inverosímil abunda más en la realidad que en los libros!
Palabra del Dia
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