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Actualizado: 16 de mayo de 2025
Pero mientras Fernando padecia entre los suyos estas cosas, el pueblo sufrió de los enemigos un gran estrago: porque apenas el enviado salió del campo contrario, cuando vió que se formaban en batalla, se aprontaban las armas y ponian al frente la artilleria.
La mamá sufrió un desencanto al ver que Lita no quería jugar más tiempo con Ramón, y trató en vano de distraerla para que no se fatigase demasiado... Al acostarse, Lita hizo que le dejaran junto a la cama su cesta de trabajo. Pues su mamá le había regalado una lindísima, con flores artificiales y moños de cinta punzó.
A pesar de esta prohibición, la cocinera se obstinaba en mandar a la mesa patatas, coles, lentejas, incapaces de producir más que ácido carbónico, celulosa y otras sustancias no menos despreciables e indignas. Sufrió con paciencia algún tiempo. Pero llegó un momento en que la lucha por la existencia exigió de él un rasgo de energía para salvar las circunvoluciones de su cerebro amenazadas.
¿Un coche á estas horas? exclamó María con sorpresa. Antonio no dijo nada, pero quedó repentinamente serio. El ruido se fué aproximando. Á los pocos momentos vieron aparecer por el extremo de la calle una berlina de punto que pronto cruzó por delante de ellos. Antonio sufrió una fuerte sacudida y dijo con voz alterada: ¿Sabes quién va ahí? ¿Quién? Velázquez. ¡Calla, lioso!
Desde esta fecha su amistad con Pablo y sus frecuentes coloquios con quien poseía tantas y tan buenas nociones, modificaron algo su modo de pensar; pero la base de sus ideas no sufrió alteración.
En efecto, al cabo de una hora vino muy sonriente y satisfecho y sufrió con alegría la matraca que sus amigos le dieron por haber dejado al sobrino abandonado. Al otro día después de paseo le llevó a casa de unos amigos, donde se ensayaban hacía ya tiempo dos actos de ópera que debían cantarse y representarse en el cumpleaños de la señora.
Cuando por la noche volvió a su casa, todo estaba tranquilo; pero don José, al empezar la cena, sufrió un acceso violento, y fue necesario acostarle: Tirso hizo ademán de ir a coger uno de los brazos de la butaca para conducirlo a la alcoba con Pepe, pero éste le contuvo con sólo una mirada. Después, entre él y Leocadia, empujaron el sillón.
La exigua cantidad de renta del Estado, en que don José tenía invertidas sus economías, quedó, con los préstamos que sobre ella tomó y por el retraso de los pagos, reducida casi a la nada; la jubilación sufrió considerable descuento, las modestas alhajas de doña Manuela presto aprendieron el camino del Monte, y hasta las ropas hubo que empeñar.
De todas las privaciones que sufrió, la que mas le molestò fué el hambre. Sus efectos fueron sobre todo terribles en Santa Catalina, donde á los horrores de una escasez absoluta se agregaron los de una crueldad refinada en los gefes, que enviaban al cádalso á los que luchaban con la muerte por falta de alimentos. El autor deplora estos rigores culpables; porque
Arreció la lluvia, y el absorbedero deglutaba ya una onda gruesa que hacía gargarismos y bascas al chocar con las paredes de aquel gaznate... Jacinta echó a correr hacia la casa y subió. Los nervios se le pusieron tan alborotados y el corazón tan oprimido, que sus suegros y su marido la creyeron enferma; y sufrió toda la noche la molestia indecible de oír constantemente el miiii del absorbedero.
Palabra del Dia
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