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Actualizado: 14 de junio de 2025
Salmón cocido y rosbeef crudo; he ahí el menú. Si queréis un cambio, tomad primero el rosbeef y luego el salmón, si es que no preferís principiar por la eterna compota que cierra la marcha y que hasta ahora no he podido averiguar si pertenece a la familia de las sopas o a la de los postres.
No, pues yo te quería decir de que... allí... como ya tengo aprendido el oficio... es decir, vamos, que quedándome las herramientas por lo que me debía tu padre de soldada... allí, yo, como ya en la quinta del mes pasado libré... y como vamos.... ¿Acabarás hoy o mañana? Habla expedito, que parece que estás comiendo sopas.
«¿Qué trae por acá la señá Benina? le dijo sacudiéndole de firme en los dos hombros . Oí contar que estaba usted en grande, en casa rica... Ya, ya sacará buenas rebañaduras... ¡Y que no tendrá usted mal gato!... Hija, no... De eso hace un siglo. Ahora estamos en baja. ¿Qué? ¿Le va mal? Tirando, tirando. Si sopas, comerlas, y si no, nada... Y el Comadreja, ¿está? ¿Para qué le quiere, señá Benina?
No hay cosa peor que ser bueno y honrado, porque a ése se lo comen por sopas... Pampa, dobla bien esa servilleta...
La señora entró á saber qué legumbres queriamos. ¿Y los otros dos platos de carne? ¿Se quedarán donde se quedaron las dos sopas? Vino un doble plato de judías sin salsa, y me preguntó qué postres eran de nuestro gusto. Pero ¿y las legumbres que faltaban? Mi mujer no pudo contenerse por más tiempo. ¿Qué es esto? me dijo. ¿Dónde están las tres sopas, los tres platos de carne y las tres verduras?
Recomendó mi hombre las lentejas, menestras de acelgas y guisantes, aunque fueran de caldo negro, las sopas de ajo, y abstinencia de carne por las noches.
Por casualidad tropezó con la cocina al cabo de un buen rato, y allí encontró a sus amigos calentándose a la lumbre y almorzando sopas en leche, acompañados de don Recaredo, cuyo sitial de preferencia tuvo que aceptar. Nada se habló tampoco en aquella ocasión de lo que más interesaba al candidato, por mucho que éste y sus acompañantes buscaron la lengua al hidalgo.
Las niñas se levantaban muy temprano, y rezaban; almorzaban unas sopas de ajos, en que solía nadar tal cual garbanzo de la víspera, y después pasaban al estudio, que era ejercicio de lectura, en el cual desempeñaba el principal papel la caña de doña Angustias.
Primeramente, un cangilón de sopas de leche, después una fuente muy honda, de un potaje de nabos en ensalada; luego una tortilla de torreznos, seguida de una asadura picante, y, por último, una compota descomunal de manzanas, y mucho queso curado de ovejas.
Los que no tenemos dientes hemos de abstenernos de muchas cosas; muchas gracias si uno puede comer sopas de ajos y tiene con qué pagarlas.... Algo he comprado: unas pocas castañas y nueces; pero no para mí, son para Vicenta, que aunque ya es vieja tiene una dentadura envidiable. Poquita cosa. Ya ves tú... para mí y la criada poco necesitarnos.
Palabra del Dia
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