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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Estuvo casado con Aldonza de San Pedro, hija de Diego de San Juan y nieta de Andrés de San Cristóbal. Sospechábase en el pueblo que no era cristiana vieja, aun viéndola con canas y rota, aunque ella, por los nombres y sobrenombres de sus pasados, quiso esforzar que era descendiente de la gloria.
No teniendo otra cosa en qué ocuparse prestó el oído a su conversación; entre otras cosas, oyó que la señora de Hermany le reprochaba el poner sobrenombres a todo el mundo. Supongo le dijo que yo también tendré el mío. Sin duda alguna contestó Jacobo. ¿Y cuál? preguntó la joven rubia alzando su frente angelical. «¡Agua que duerme!» dijo el joven, inclinándose un poco hacia ella.
Junto a él estaba Sancho Panza, que tenía del cabestro a su asno, a los pies del cual estaba otro rétulo que decía: Sancho Zancas, y debía de ser que tenía, a lo que mostraba la pintura, la barriga grande, el talle corto y las zancas largas; y por esto se le debió de poner nombre de Panza y de Zancas, que con estos dos sobrenombres le llama algunas veces la historia.
Bien conocía Antonio Pérez la exactitud de la objeción, sintiendo en el despecho no estar debajo de tierra antes que ver á la insolente fortuna de Felipe sobreponiéndole á todos los enemigos, sin que sus consejos fueran escuchados ni su residencia allí produjera fruto . Debía de insistir, sin embargo, é insistía en inclinar al Rey de Francia á dar nuevos pasos que movieran la voluntad de la inglesa, de Juno, según la nombraba en la conversación confidencial, dando ejercicio á su prurito de aplicar sobrenombres, mientras por el lado del favorito de la Reina tiraba de los hilos de la intriga con que se tramara la misma tela.
-Señor comisario -dijo entonces el galeote-, váyase poco a poco, y no andemos ahora a deslindar nombres y sobrenombres. Ginés me llamo y no Ginesillo, y Pasamonte es mi alcurnia, y no Parapilla, como voacé dice; y cada uno se dé una vuelta a la redonda, y no hará poco. -Hable con menos tono -replicó el comisario-, señor ladrón de más de la marca, si no quiere que le haga callar, mal que le pese.
Y entre esta gente y el bando de los «pingüinos», con sus admiradoras anexas, estaba otro grupo, al que daba Isidro el título de «gran coalición de potencias hostiles», compuesto de señoras de nacionalidades diversas, atraídas por una antipatía común. Maltrana las designaba con hermosos sobrenombres, lo mismo que los personajes homéricos.
Palabra del Dia
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