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Actualizado: 30 de abril de 2025


El Gefe á cuya perspicacia y conocimientos ya no se ocultarán los que le hayan ministrado los reconocimientos de la jurisdiccion detallada, las bondades de sus terrenos, rios, sierras, puertos, aguadas y montes, y cuanto pueda hacer feliz aquella poblacion que le está encomendada, calculará los ramos de comercio que le puedan ser peculiares, no solo para promoverlos, sino tambien para evitar en las ordenanzas que forme la obstruccion de ellos por ambicion, ú otros fines particulares que no pueden preverse en sus principios.

A las tres de la tarde llegó la partida dicha, diciendo se podia transitar. Dia 25. A las seis emprendimos la marcha á dichas sierras: á las diez y media se hizo alto en una lagunita accidental. A las dos y media continuamos lo mismo hasta las seis y media, que paramos en otra laguna como la dicha.

Ni el Puerto Pico, ó Sierra Mariana, Ni Teide, ò Potosí, ni el Atumare, Ni el volcan de Arequipa, ni Lupana, Ni el alto monte ó sierra de Lambare, Ni Villuerca, ni Sierra Verzocana, Se puede ya hallar que se compare A los montes y sierras que formaba En alta mar el viento que bramaba.

Su sentido evocaba el olor de pavorosa cripta de convento que visitó, siendo niño, en las sierras; veía de nuevo los innumerables esqueletos apilados en la sombra, y alcanzaba aun a pensar con orgulloso espanto en el anónimo de toda aquella leña humana entremezclada por el monástico desprecio.

Y luego Inca Yupanqui les señaló ciertas chapas y laderas de sierras que en torno de la ciudad del Cuzco están y á vista de él, y allí les mandó que luego fuesen edificados los tales depósitos, para que, cuando el tal proveimiento fuese traido, hallasen en qué lo meter. Y luego fueron los señores á los sitios que por el Inca les fueron señalados y pusieron por obra y edificio los tales depósitos.

La masa compacta de árboles formaba como encrespadas sierras largas y negras al pie de las cuales se distinguían las sinuosidades de los paseos blanquecinos. Caminaba al azar costeando los estanques. Los pájaros se despertaban y revoloteaban en la espesura. Mucho después una sensación de frío interno me volvió un poco en .

Que acaece estar uno peleando en las sierras de Armenia con algún endriago, o con algún fiero vestiglo, o con otro caballero, donde lleva lo peor de la batalla y está ya a punto de muerte, y cuando no os me cato, asoma por acullá, encima de una nube, o sobre un carro de fuego, otro caballero amigo suyo, que poco antes se hallaba en Ingalaterra, que le favorece y libra de la muerte, y a la noche se halla en su posada, cenando muy a su sabor; y suele haber de la una a la otra parte dos o tres mil leguas.

El silencio que ha reinado en torno mio, los pueblos que he visto en la llanura parecidos á pequeños rebaños que estan paciendo entre la yerba de los prados, las lejanas nieblas, las sierras coronadas de nieve que han terminado mi horizonte, el mar, el cielo, todo ha anonadado mi espíritu y me ha hecho reconocer el dedo de un Ser superior ante el cual debia prosternarme y sentir la frivolidad de mi existencia.

El dicho arroyo tiene su curso al ENE, haciendo grandes codillos: todo él es muy barrancoso, su corriente muy rápida, como de tres millas por hora. Su piso de tosca, y en este se halla abundancia de bagres. Todas las sierras de Cairú son transitables, pues la mayor parte de ellas son unas lomadas con muy pocas piedras movedizas, y de golpe subimos hasta la cumbre de todas ellas. Dia 14.

Al mismo tiempo verá V. E., que para comunicar esta provincia con la de Chiquitos hay dos caminos marcados en el mapa: el que empieza donde la Sierra de San Fernando, y pasado un poco el pueblo de Albuquerque, es el que llevó Juan de Oyolas fundador de esta ciudad, y por él llegó á las sierras del Perú.

Palabra del Dia

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