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Actualizado: 5 de noviembre de 2025
Doraban los primeros rayos del sol las cumbres de Sierra Nevada cuando, próximos á empezar á escribir este viaje, quisimos gozar por última vez de la frescura que respiran las alamedas del Generalife y de la Alhambra.
Después de eso no hay más que hablar exclamó Divès ; pero escucha, Hullin; no hay que creer que es empresa fácil cortarles el paso; todos los cazadores furtivos, todos los segares schileteros y leñadores de la sierra no bastarán para ello.
Cuántos poderes hay en este mundo que viven del comunismo, á estilo del honorable señor marqués de las Olivas y conde de los Estorninos! Hácia las cercanías de Córdoba las montañas de la Sierra toman un aspecto interesante, tanto por sus formas como por sus curiosidades y vegetacion.
Digo, pues, que, en oyendo nuestra respuesta el mancebo, volvió las riendas y encaminó hacia el lugar donde le señalamos, dejándonos a todos contentos de su buen talle, y admirados de su demanda y de la priesa con que le víamos caminar y volverse hacia la sierra; y desde entonces nunca más le vimos, hasta que desde allí a algunos días salió al camino a uno de nuestros pastores, y, sin decille nada, se llegó a él y le dio muchas puñadas y coces, y luego se fue a la borrica del hato y le quitó cuanto pan y queso en ella traía; y, con estraña ligereza, hecho esto, se volvió a emboscar en la sierra.
Y así, le dejaremos ir su camino, hasta la vuelta, que fue breve. Capítulo XXVI. Donde se prosiguen las finezas que de enamorado hizo don Quijote en Sierra Morena
Y Vivaldo, que era persona muy discreta y de alegre condición, por pasar sin pesadumbre el poco camino que decían que les faltaba, al llegar a la sierra del entierro, quiso darle ocasión a que pasase más adelante con sus disparates.
Estos dieron noticia al Comandante, que estaban acampados hacia la Sierra del Cairú, á distancia de cinco leguas de nuestro acampamento para unirse á nosotros; con cuya noticia volvió á despachar el Comandante estos dos indios, mandando llamar á Lican, el que con efecto llegó á las ocho de la noche, y dando razon del número de los indios que tenia, se retiró. Dia 8.
Se marchó de mañana por la dicha sierra y rio, y á las cinco de la tarde lo volvimos á pasar á la banda del SE, en el que se nos volcó la carretilla, y se mojaron algunas municiones. Este dia nos llovió á media tarde: paramos á cosa de las seis. Dia 19.
Allí era de ver la hercúlea fiereza con que un fornido inocentón manejaba el hacha sobre el tajo, haciendo trizas a la víctima, que había sido un inocentísimo carnero manchego, o benemérita vaca de la sierra de Gredos.
Aquello le olía mal. ¡Bolsón, aún era tiempo! A bajar en seguida; a huir por entre los campos hasta ganar la sierra. Si nada iba con él, podía volver por la noche a casa. Sí, siñor Quico, sí decían las mujeres asustadas. Pero el siñor Quico se reía del miedo de aquellas gentes. Arrea, tartanero... arrea.
Palabra del Dia
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