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Veo, querido tutor dijo Amaury con voz bastante segura, que los grandes sufrimientos se soportan de distinto modo según los temperamentos. Usted va a vivir junto al sepulcro de Magdalena. Antonia no quiere abandonar la estancia que parece llenar aún con su espíritu. Yo, llevo a Magdalena en mi corazón, y me son por completo indiferentes los lugares en donde yo pueda estar.

2 Y muy de mañana, el primero de los sábados, vienen al sepulcro, ya salido el sol. 3 Y decían entre : ¿Quién nos revolverá la piedra de la puerta del sepulcro? 4 Cuando miraron, ven la piedra revuelta; que era muy grande. 5 Y entradas en el sepulcro, vieron un joven sentado a la mano derecha, cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron.

Aquella violencia, mejor aún, aquella ferocidad, turbaba su alma delicada; el poco apego que el cura mostraba a los asuntos teológicos o de tejas arriba le indignaba; pero sobre todo, la avaricia sórdida de aquel viejo, que estaba con un pie en el sepulcro, del ministro de Aquel que dijo: «No queráis tener oro, ni plata, ni dinero, ni en vuestros viajes llevéis alforja, dos túnicas, ni zapatos, ni báculole causaba repugnancia invencible.

Pero luego, al ir ganando vida, me puse lo más dengue y melindrosa. La tendencia de todo enfermo es envolver a todo el mundo en el tono de su dolencia. Mi enfermedad era la cosa más importante que había existido en el mundo. A Jorge le he mareado, afirmándole a cada momento que he estado al borde del sepulcro.

Usted conoce muy bien al hombre que he elegido por marido: es... prosiguió Antoñita con voz ahogada lanzando una furtiva mirada al sepulcro de Magdalena como si quisiera pedirle aliento para hacer tal confesión, es... Felipe Auvray.

La inscripcion del sepulcro dice: Ses manes sont ici; son génie est partout. Yo, al estilo francés, pido mil perdones al poeta que escribió este epitafio. No creo que el genio de Voltaire esté en todas partes, porque aquí no está. Mirado en este mezquino chirivitil aquel enorme personaje histórico, parece pequeño, muy pequeño; muy escaso, muy pobre.

Lo mejor que pensaba de los Príncipes era que no valían para nada. Apenas vino el día, se alzó del lecho, y en ligeras ropas de levantar, sin corsé ni miriñaque, más hermosa e interesante en aquel deshabillé, pálida y ojerosa, se dirigió con su doncella, favorita a lo más frondoso del bosque que estaba a la espalda de palacio, y donde se alzaba el sepulcro de su madre.

Estamos en el sepulcro de Voltaire, de este gran revolucionario, de este gran invasor, de este gran rey, como le apellidaba tan admirablemente Federico de Prusia. Esto no es una tumba histórica; no es tampoco un sepulcro; no es ni una sepultura. Es un escondrijo con cuatro paredes; un cachivache con una estátua, un hoyo, una losa, y un epitafio.

Oh! no me digas que la «vida es sueño» Triste salmista en tu cantar amargo, Porque el alma no vive en el letargo Que es de la muerte pálido diseño. La vida es real y su destino es sério, Y no es su fin en el sepulcro hundirse; Que «ser polvo y en polvo convertirse» No es del alma el divino ministerio.

54 Y cuando esto corruptible fuere vestido de incorrupción, y esto mortal fuere vestido de inmortalidad, entonces será cumplida la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte con victoria. 55 ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?